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Matías Vallés

Al Azar

Matías Vallés

Mallorca quiere adelantar

Mallorca se está poniendo revoltosa. Se empieza autorizando a dos diputados socialistas a que voten en conciencia, y se acaba con un Parlament entero reclamando la independencia horaria. Ya que nos niegan la financiación o la condición de puerto franco de Canarias, que compartamos al menos la singularidad del reloj cambiado con el otro archipiélago. Y si ellos son una hora menos, nosotros nos pedimos una de más. Nuestro inesperado ímpetu reivindicativo asombra al mundo. El Gobierno PP/PSOE se ha apresurado a aplastar la iniciativa, temen la proliferación de imitadores.

Mallorca quiere adelantar, el titular que nunca pensé escribir. Si somos la primera geografía española en que amanece y la primera en que anochece, que se nos reconozca el liderazgo astronómico. Llegamos antes, por no hablar de la urgencia ética de tener una hora distinta de Susana Díaz. Nos hemos despegado de la unanimidad abstencionista de nuestra raza, para colocarnos a la cabeza del cambio horario. Igual que ya ocurre con el sexo, hay que predicar una sociedad en que cada ciudadano pueda decretar la hora del día en que se encuentra, y acomodar el estado de ánimo a su reloj interno.

En realidad no reclamamos el horario de verano, sino el clima de verano y la ocupación hotelera veraniega durante 365 días al año. Aquí se inmiscuyen los ubicuos turistas, sin los que viviríamos exactamente igual pero no tendríamos de qué quejarnos. Sin embargo, la industria de los forasteros se había adaptado ya al retroceso solar, fichando a esos visitantes cada vez más madrugadores que se pasan al día avergonzando a los nativos con la práctica de deportes sudorosos. Ya no tenemos turistas, sino atletas. Pese a todo, nos sumamos a la exigencia unánime del cambio horario. Perdón, de la inmovilidad horaria, aunque contribuya a generar la incertidumbre adicional de que no sepamos ni en qué hora nos encontramos. La independencia de Estados Unidos empezó arrojando un cargamento de té al mar, y nosotros decretamos la desconexión relojera en la convicción de que el cambio horario modulará incluso el cambio climático. Sigamos innovando.

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