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Pilar Garcés

El desliz

Pilar Garcés

Abusar de críos vuelve a ser barato

El lunes juzgaron en Palma a un hombre de 53 años por abusar de críos y prostituirlos en su casa de s'Arenal. El acusado se declaró culpable de dos delitos de prostitución y corrupción de menores, dos de abusos sexuales y otro más de producción de material pornográfico infantil, pues el pajarraco grababa además a sus víctimas. El modus operandi del pederasta consistía en citarse con los chavales a través de internet, llevárselos a su casa y allí mantener relaciones sexuales consentidas con ellos a cambio de dinero y regalos. Después les ponía en contacto con otros adultos para tener sexo con ellos en el mismo domicilio, un lucrativo negocio que mantuvo durante casi un año. Dos de sus víctimas tenían 16 años y otra 13. A éste le captó con el engaño de ir a jugar a su piso con una videoconsola, y luego le obsequió con unos auriculares a cambio de manosearle y masturbarle. Todos presentan algún tipo de afectación emocional por haberse cruzado en el camino del tipo que les usó y les revendió. Entre los abundantes archivos que la policía encontró en su poder había grabaciones de alto contenido sexual con menores. ¿A que es repugnante? Pues la condena de siete años de cárcel por los delitos graves que él mismo confesó haber cometido le ha sido sustituida por una multa de 22.200 euros. Definitivamente, la justicia está de rebajas. Sin ningún género de dudas, nuestra justicia penal da mucha pena. Un vídeo bien guarro con niños vendido en el submundo que frecuenta este individuo le permitirá abonar esa sanción, y las que vengan, y las minutas de los abogados que consiguen que se tengan en cuenta todas las circunstancias atenuantes del mundo. Aquí solo pagan los robagallinas.

Un pederasta proxeneta en libertad, solo nos ha faltado darle la enhorabuena por emprendedor y culpar a los padres de las víctimas por no vigilar sus comunicaciones. A mí que me expliquen los fiscales y los policías si para este viaje eran necesarias alforjas. Si han valido la pena el tiempo y esfuerzo sufragados por el contribuyente que espera que con sus impuestos se investiguen estos delitos abyectos y se ponga a sus autores a la sombra. No entiendo que un depredador como ese pueda estar de nuevo en la calle, a la puerta de los institutos y vacilando a los adolescentes con su teléfono móvil de última generación, cuando se le podría encerrar en prisión siete años. Si con 22.200 euros se repara el daño que ese hombre hizo al menos a tres chicos, da mucho miedo el mundo que les estamos dejando a nuestros hijos y a los de sus señorías. No le veo el efecto disuasorio a la condena, será que las leyes y sus excepciones resultan demasiado complejas para una lega como yo. Me parece una estafa social. Un trile en los despachos en el que nadie ha mirado por los perjudicados.

Conviene acordarse del pedófilo proxeneta de s'Arenal que se fue de rositas el próximo Día Internacional de la Seguridad Infantil en Internet, o el Día Internacional del Acoso a los Niños, o inutilidades por el estilo que evidencian de boquilla la amenaza que para los menores supone navegar libremente por la red. También le recordaremos cuando se publique una foto de la larga fila de educadores y monitores deportivos que van a obtener su certificado de penales para demostrar que nunca han sido condenados por pederastia. Conviene no olvidar al ciudadano que prostituía a menores en su piso y pagó una multa ridícula, porque es así como protegemos a nuestros cachorros. A nada que ahorrase un poquito de lo que ganó debe andar por Tailandia, relajándose después de este pequeño, pequeñísimo susto que le ha dado la justicia palmesana.

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