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Matías Vallés

Al Azar

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Més sale reforzado

Voto al PP porque no me exige nada a cambio. Por contra, la hiperactiva feligresía de Més está obligada a corregir con estruendo las tentaciones...

Voto al PP porque no me exige nada a cambio. Por contra, la hiperactiva feligresía de Més está obligada a corregir con estruendo las tentaciones oportunistas y ventajistas de los líderes de su partido. Ahora mismo, el partido ecosoberanista reconoce que la "presión pública" ha obligado al adolescente vicepresidente Biel Barceló a anular la contratación por parte del vigilante de la Transparencia de un alto cargo corrupto de UM, perdón por la redundancia. En un lacrimógeno comunicado, el condenado y confeso Antoni Martorell culpa curiosamente a Podemos de su desgracia, cuando la ejemplar cancelación corresponde a sus íntimos de Més.

El error de Barceló no consiste en contratar a Martorell, que tras confesarse corrupto tiene derecho a ganarse la vida por todos los medios a su alcance. El eslabón perdido de la historia es el fichaje como jerarca de Turismo de un tal Pere Muñoz. El mayor éxito de mi triste carrera consistía en no haber tenido que mencionar nunca en un artículo a un mediocre de tal calibre que incluso sobresale en el historial del Govern. Era inevitable que este fenómeno incorporara a su amiguito del alma con fondos públicos a las primeras de cambio, por no hablar de otros negocios que tiene en marcha el número dos de Biel Barceló. Los incansables militantes de UM debieron exigir antes la expulsión de Muñoz de un ejecutivo transparente que la cancelación del contrato subsiguiente. Muñoz traiciona a todo el mundo, porque se dedica a llamar a los dirigentes de Podemos para aplacar las acusaciones de su gran amigo inflamado.

Con todo, Més sale reforzado de esta crisis. Sus incansables afiliados han logrado que el vicepresidente se despoje de su querencia por la vieja política caciquil. El PSOE jamás hubiera dado marcha atrás, según demuestra al incorporar a matrimonios en puestos adyacentes. El PP hubiera doblado la cantidad abonada, exigiendo si acaso que se reservara una tajada para Urdangarin. En cuanto a Barceló, empieza a pagar el precio del fichaje de Muñoz. Tendría su gracia que los corruptos de UM arrastraran al vicepresidente, aunque así podría entregarse al sarao perpetuo en que ha convertido su vida pública.

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