Diario de Mallorca

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Distracciones estivales (y 4)

Donde está el cuerpo está el peligro, decían los antiguos. En buena lógica, donde haya una multitud de cuerpos el peligro se multiplicará de manera exponencial, por lo que el turismo de masas podría catalogarse como actividad de riesgo. Gracias al boom turístico que vivimos, este verano Palma se ha vuelto una pista americana... para los residentes. Nada más complicado que intentar mantener la vida habitual dentro de una ciudad que se ha convertido en Times Square en nochevieja. De hecho, yo conozco a una damnificada del turismo. Una tarde de la semana pasada mi amiga Wonderland realizó una pacífica salida de compras por el centro. El recorrido desde Avenidas fue azaroso, pero en la calle de Sant Miquel se topó con un verdadero río humano que iba y venía en ambas direcciones; a veces se creaba un tapón (algún despistado que se metía en sentido contrario), y el problema se resolvía laboriosamente hasta culminar con el ímpetu que acompaña al descorchar una botella de cava. Rodeada de cuerpos rubios, altos y con frecuencia orondos, Wonderland entró con cierta dificultad en una tienda. No es fácil atravesar una muchedumbre cuyos individuos no ejecutan movimientos previsibles (como desfilar al paso de la oca), sino que deambulan mirando escaparates, comiendo helados y haciéndose selfies.

Acabada la gestión, Wonderland salió del comercio, pero el proceso natural de salida se truncó en cuestión de segundos. Al poner el primer pie fuera de la tienda, un integrante del gentío (un ciudadano rubio, alto, orondo y que debía de calzar un 47) le dio un pisotón. En circunstancias normales el asunto se habría zanjado con petición de disculpas, revisión de daños y, en el mejor de los casos, tímidas sonrisas de despedida. Dadas las circunstancias, el visitante ni siquiera se percató de que acababa de laminarle el pie a un ser humano, y a mi amiga, pálida de dolor, le resultó físicamente imposible inclinarse a ver el alcance de la tragedia. Para entonces la compacta multitud la había envuelto como un pozo de arenas movedizas y la arrastraba en dirección contraria a donde ella deseaba ir. Horas más tarde, visita al servicio de urgencias, y diagnóstico: fractura en dedo del pie. ¿Cómo superponer una macrourbe de vacaciones, un gran parque temático para turistas, a una ciudad normal? En el plano teórico, seguro que la pregunta daría para mucho; en la práctica, y en el día a día de los palmesanos, creo que da incluso para bastante más.

Terminaron las olimpiadas con la dosis más escasa de espíritu olímpico que recuerdo, al menos entre los comentaristas deportivos. Víctimas de una auténtica bulimia medallera, en ningún momento tuvieron presente el clásico lema de que lo importante es participar. Será cosa de estos tiempos. Y hablando de tiempo: para una sobremesa cinematográfica agradable y sin complicaciones (si les gusta la comedia neoyorquina a lo post-Woody Allen), Maggie's Plan, de Rebecca Miller.

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