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La próxima semana, de Rodríguez

No me refiero a que vaya a quedarme solo en casa y ahí me las den todas, porque las cuestiones personales y los manejos privados deben guardarse a buen recaudo para no dar tres cuartos al pregonero. Con el riesgo añadido de quedar como un bocazas. Deduzco que es lo que en años pasados y hasta hoy mismo viene practicando, por elemental discreción, el alicantino y mallorquinizado José María Rodríguez, que es quien inspira el título e hizo de la isla, desde tiempo atrás, su reino de taifas. Con la máxima circunspección de que ha sido capaz y hasta fecha próxima en que, según he leído, habrá de comparecer en el juzgado de Instrucción número 12 por supuesta implicación en una obscena y no es sólo una forma de hablar trama de corrupción.

Debido a ello, e instado por los jerifaltes de su partido en Madrid, dimitió recientemente del cargo en que se había cronificado y al "Rodri", como dicen llamarle algunos de sus próximos, se le plantea un futuro incierto desde que el viernes que viene salga de su despacho, sito al parecer en la calle Federico García Lorca, lo que también tiene su qué. Porque de poder interrogar al poeta sobre la opinión que pudiera merecerle el vecino, tal vez desviase la mirada, avergonzado, al tiempo que recordaría algunos de sus propios versos: "A las nueve de la noche / lo llevan al calabozo, / mientras los guardia civiles /beben limonada todos". Una gracieta, que conste, porque ya me guardaré de pasarme con el Titán, el Pope, el todopoderoso barón u otros apodos con que le han designado: de fósil a coloso e incluso capo de Palma, aunque el mote le valiera a su autora, la eivissenca Pilar Costa, una denuncia por parte de don José María, debido a "lesionar gravemente mi honor y mi dignidad". Con tales precedentes, recordar aquí a Folkengar Magnus, rey de Noruega y apodado "El jodedor", es sólo con ánimo de subrayar que los sobrenombres dejan a un lado la relevancia del aludido y surgen a modo de resumen. Por cierto: Magnus se abstuvo de denuncia alguna hasta donde sé, y eso que no había sido señalado como tal por media docena de prostitutas.

En el caso que me ocupa, la alargada sombra del protagonista da sin duda para carros y carretas. Algunas presunciones habrán de probarse y otras son ya historia; tan antigua que ha propiciado el sobreseimiento, aunque no en la memoria de muchos coetáneos. Y eso por no poner el énfasis sobre quienes lo han conocido y padecido de cerca con la excepción de los beneficiados por sus tejemanejes: desde Álvaro Gijón a Sandra Fernández. Don Rodríguez (no confundir con Rodrigo, "el de las hazañas", aunque sin duda nuestro hombre pueda anotarse algunas, más o menos confesables, en su dilatada carrera) ha sido ahora tildado de "artífice de un organigrama criminal" que él niega, aunque la hipótesis esté en la base de su dimisión el pasado julio como presidente del PP palmesano, dejando tras de sí un rastro a veces con la sutileza que tan bien describe Sciascia en sus novelas sobre la mafia o, en otras ocasiones, con el estruendo del elefante en cacharrería. En cualquier caso, tan prolongada la estela que me limitaré a enunciar sus responsabilidades hasta ayer mismo.

Desde concejal del ayuntamiento de Palma en los 90, a conseller de Interior durante el gobierno de Matas y es que, para ciertas interioridades, no sirve cualquiera. El apunte hace referencia al posible chivatazo telefónico por su parte a los imputados en el caso Andratx ("es lunes y estoy en mi despacho" afirmó haber dicho, aunque faltase otro "sé fuerte, Hidalgo"), motivo por el que la oposición en pleno pidió su dimisión en 2006. Pero siguió, desde sempiterno presidente de la junta territorial de su partido, a Senador en 2011 y delegado del Gobierno en fecha 2 de enero de 2012, cargo del que hubo de dimitir a los siete meses tras ser imputado por la financiación ilegal de la campaña del PP, en 2003, a través de la agencia de publicidad madrileña Over. Don Rodríguez negó la acusación pese a las declaraciones del propio dueño de la empresa, el argentino Daniel Mercado, o la convicción en el mismo sentido y explicitada por el fiscal Horrach, pero los hechos prescribieron el año pasado y, en el ínterin, proclamarse impoluto y mentir lo mejor que se pueda suele ser norma en política, aunque se trate de una afirmación general y en ningún caso referida a nuestro hombre, ¡faltaría más!, como tampoco aludir a que las máscaras, en lugar de ocultar subrayan, aunque esto debiera haber sido recordado por el socialista Ramón Socías cuando, tras ser sucedido como delegado del Gobierno por Rodríguez, se refirió a éste en su discurso como "un hombre que siempre va de cara". Quedó por precisar si tapada o al descubierto.

Tal es el interrogante que planeará sobre quienes sigan el juicio que iniciará Manuel Penalva. Sólo cabe esperar que la trama de sinvergonzonería investigada no haya tenido posibilidad de expedir certificados de virtud previo pago en negro porque, en otro caso, ya me veo a García Lorca tragándose sus versos. Y la presidencia del PP palmesano, otra vez en manos de quien la conoce como si fuera suya.

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