El mundo al revés: el pasado miércoles, en la trascendental entrevista que mantuvieron el presidente en funciones, Mariano Rajoy, y el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, este llevaba corbata y el veterano político gallego, no.
La anécdota, reproducida gráficamente por los medios, ha hecho correr ríos de tinta. Algunos han asegurado que la aparente paradoja significaba claramente que Rajoy ha claudicado, se ha dado por vencido ante unas duras condiciones de su candidato a socio que no está en condiciones de rechazar. Otros se han limitado subrayar con ironía el patinazo de un Rajoy que pretendió contemporizar con su colega mucho más joven, pasándose de frenada?
Evidentemente, el asunto es trivial y el sucedido curioso se limita a aportar una impresión que cada cual interpretará a su antojo. Lo más cierto es que nuestra política se vuelve más polícroma y variada, se enriquece con el fin de los tópicos y de los estereotipos, gracias sobre todo a la llegada de las nuevas formaciones, que han imbuido oxígeno y luz a la liturgia. La inestabilidad es objetivamente mala, pero a buen seguro que también de ella saldrá un proceso político más moderno, realista y pegado a la sociedad.
