Ennahda es un partido tunecino islamista fundado por Rachid Ghannuchi en 1972 y que está experimentando un esperanzadora transición: el paso de la confesionalidad al laicismo. De hecho, actualmente gobierna en coalición con el que fuera su principal adversario de las pasadas elecciones, el conservador y antiislamista Nidá Tunis. Todo indica que Ennahda podría ganar las elecciones de 2019 bajo la dirección de Ghanhuchi, "la única voz moderna y alternativa" de la política tunecina, en palabras del delegado de Efe en el norte de África, el arabista Javier Martín, que de vez en cuando manda crónicas sobre el olvidado país norteafricano.
Tras el fracaso de las primaveras árabes en todas partes salvo precisamente en Túnez, tras el golpe de Estado egipcio que abortó el intento islamista de los Hermanos Musulmanes y tras el peligroso e inquietante experimento de Erdogan en Turquía, el nuevo fenómeno tunecino constituye la única fuente de esperanza democrática en la región. De hecho, Túnez parece avanzar con cierta firmeza en la dirección adecuada, a pesar de los gravísimos atentados islamistas que ha padecido y que han destruido en buena medida su turismo, la principal fuente de riqueza del país. Túnez está recibiendo ya tímidas ayudas del exterior, pero la comunidad internacional, Europa en concreto, debería mimar todo lo posible esta experiencia alentadora, que podría servir de pauta al renacimiento del Islam mediterráneo, tolerante, democrático y abierto a la diversidad.
