La subida de la prima de riesgo española este viernes a consecuencia del brexit nos ha recordado el peligro que representa una deuda pública del 100% del PIB (un pasivo de más de 1,8 billones de euros, contando la deuda pública y la privada). Y el déficit de la Seguridad de este año, que de momento se cubrirá gracias al ya renqueante fondo de reserva, superará los 17.000 millones de euros, sin que nadie haya hecho más que propuestas generales sobre el particular.
Pues bien: la clase política, absorta en los procesos electorales como es natural, ha pasado de puntillas sobre estos problemas materiales, que se sobreponen al conflicto catalán, del que tampoco se habla realmente en campaña.
Produce cierta sensación de vacío el hecho de que, después de muchos meses de dialéctica preelectoral, en que los partidos nos han abrumado con sus propuestas no siempre rectilíneas, sigan sin celebrarse, ni siquiera convocarse, los grandes debates que precisamos para obtener líneas de avance que cuenten con el respaldo de claras mayorías. De hecho, si ni siquiera somos capaces de acordar un gobierno, ¿cómo podremos negociar y pactar asuntos muy arduos, que sin embargo son vitales para el futuro de nuestro país?
