Tras el relevo este año de Cándido Méndez de la secretaría general de UGT, en la que había permanecido desde 1994, el líder de Comisiones Obreras, Ignacio Fernández Toxo ha propuesto "repensar" el futuro del sindicalismo y, en concreto, plantear la convergencia de los dos grandes sindicatos en un solo, al que podrían adherirse también los demás sindicatos minoritarios.
Este debate permanece abierto pero congelado desde que las organizaciones obreras fueron legalizadas en 1977. Pero no se pudo avanzar porque, históricamente, la organización de Comisiones Obreras nació vinculada al Partido Comunista, en tanto UGT fue siempre la correa de transmisión del PSOE, concebido como partidos de masas. Pero los sindicatos optaron por separarse gradualmente de sus partidos matrices para y apostar por la neutralidad ideológica. Se avanzó de este modo hacia la unidad de acción sindical pero nunca hasta ayer se había dado el primer paso hacia la integración.
La crisis económica ha terminado de debilitar a los sindicatos, que no han sido capaces de modular las reformas laborales ni de intervenir decisivamente en favor del empleo. En estas circunstancias, la fusión debe ser un requisito para la modernización, pero valdrá de poco si estas organizaciones no se replantean su papel y su futuro con pragmatismo y sentido de la oportunidad.
