Paul Krugman, el Nobel progresista que escruta la realidad de su país y del mundo con una mirada siempre inteligente, y por ello mismo inquietante, ha dedicado uno de sus últimos artículos a plantear los efectos devastadoras que tendría para el planeta una victoria del republicano Donald Trump en las elecciones en EE UU. Y no solo por lo más obvio, ya que las ideas del candidato conservador sobre la geopolítica global producen escalofríos y auguran los peores escenarios, sino también por la repercusión en los equilibrios ambientales del planeta que podría tener la acción de gobierno de este multimillonario que niega el cambio climático.
Los datos objetivos de los indicadores climáticos explica Krugman ya no permiten poner en duda el problema, como han hecho muchos correligionarios de Trump hasta hace poco; y los remedios están siendo aplicados en todo el mundo (también en EE UU), en forma de energías limpias que van reduciendo las emisiones contaminantes, por lo que no puede decirse que la evitación del cambio provocaría el colapso de las economías desarrolladas? Krugman explica que el problema estaría definitivamente encauzado en el mundo si se cumplieran sencillamente las previsiones ya establecidas por Obama? Algo que evidente no haría Trump si venciera.
El asunto es tan arduo que se reabre la vieja y utópica cuestión de por qué sólo los norteamericanos tienen derecho a elegir a su presidente si quien dirige los Estados Unidos influye realmente en el devenir de toda la humanidad.
