Diario de Mallorca

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José Carlos Llop

Más de lo mismo

1. Más mutaciones urbanas. Cuando se publicó En la ciudad sumergida en Francia -año 2013-, el periódico Le Monde me pidió una ruta palmesana para su suplemento de fin de semana (sí, los hay que contribuimos al turismo de calidad sin exigir agradecimientos, ni desagravios). Uno de los lugares que cité y apareció en un bonito mapa fotográfico de dos páginas -junto a las murallas, por ejemplo, o el Jardí del Bisbe-, fue el Bar del Peix en el Mercat de l’Olivar. Entonces estaba en manos mallorquinas.

El Bar del Peix es nuestro abrevadero -marino en tierra- con el jolgorio eléctrico de la vida como música. Al Bar del Peix no vamos a mirar ni a ser vistos. Nos acercamos a su barra como los búfalos del Serengueti al río -tan atiborrado está siempre-, sin peligro alguno de ser devorados por los cocodrilos. Con calma y alegría. Una de gambas, o de pescaíto frito, o de calamares a la romana y una caña o dos copas de vino nos hacen las personas más felices del mundo. En la barra del Bar des Peix no necesitamos a nadie. Es una escala que nos habla de donde somos sin decirnos nada ni necesidad de que digamos nada. Un símbolo mediterráneo en pleno mercado, ya de por sí símbolo de todos los símbolos de nuestra tierra y corazón donde bombea la sangre de la ciudad. Desde esta semana está en manos chinas.

2. Hay algo irritante en aquellos que creen que han sido llamados a este mundo para dirigirlo o sacar provecho de él, aunque sea pasando por ecologistas, mientras practican la usura de sus recursos. Suelen ser individuos fascinados por cualquier clase de poder -y desean ser poder a toda costa- mientras ejercen su voluntad de estar en todas las salsas, incluso en la de no estar en todas las salsas. Hasta aquí un segmento de la naturaleza humana y no queda más remedio que convivir con eso. Pero atreverse con los pasajes bíblicos ya es asunto serio. Conocemos a demasiados que utilizan la Biblia según su conveniencia, pero no sabíamos de ninguno que quisiera hollar sus escenarios desde la osadía y sospecho, la ignorancia. Estábamos equivocados: el consorte actualmente más conocido de la Familia Real lo hizo, según cuenta la prensa, hace unos años. Fantasías morunas a cambio de pasta. Urdangarin cobró, dicen, 375.000 euros en Suiza por proponer un trasvase del Mar Rojo al Mar Muerto. Lo de Suiza es lo de menos; incluso lo del dinero es una minucia o la estupidez de quien los pagó. Pero lo de la propuesta de un trasvase Mar Rojo-Mar Muerto es tremendo. Sólo por esto debería estar una temporada haciendo trabajos comunitarios en el Monte Sinaí, que cae cerca. No por lo que cobró sino por lo que proponía y gracias a Dios -sospecho que aquí a Yahvé- no pudo hacer. Yo no sé si jugaba bien al balonmano o no (no entiendo de eso), pero supongo que sí porque estaba en el Barça y formó parte de la Selección Española. Pero debería haberse formado un poco más para tenerle respeto a lo que no demuestra haberlo tenido. Ni Dioses, Tumbas y Sabios, ni Los Pergaminos de Qumram, ni Los Manuscritos del Mar Muerto, que -ya lo sé- son lo mismo. No: ni La Biblia tenía razón, ni los barros del lugar para tratamientos epiteliales. Como el Mar Muerto va desecándose quiso idear un plan estilo el Profesor Franz de Copenhage y trasvasar agua de un mar a otro y quien sabe si algún hueso de soldado egipcio de cuando Moisés y el Mar Rojo. Tendría que haber pensado -puestos a ponerse estupendos- en el Lago Baikal y dejar tranquilos los lugares sagrados. Pero para el dinero no hay suelo sagrado.

3. Ha corrido la noticia por periódicos y televisiones de que un cachete a tiempo -esa fórmula inmemorial- es muy contraproducente. Lo han estudiado en no sé qué departamento universitario, supongo que norteamericano, sí, allí donde abrir la puerta para dejar pasar a una señorita delante de uno se considera acoso. Estos días, lo del cachete y su carácter nocivo se está esparciendo por el mundo mundial como un nuevo dogma de fe. Acompañado por la creencia -enunciada por sus divulgadores- de que los padres han de pedir perdón a los hijos. Creíamos que la noción de perdón había desaparecido en según qué ámbitos -estos de los que hablo- porque como desconocen la culpa y todo es relativo, de qué va a servir pedir perdón. Todo es relativo, digo, menos el cachete a tiempo, que es un crimen, claro. Las tonterías suelen expandirse a velocidad de vértigo y esta no ha sido excepción. Vi por televisión a unos elementos dando explicaciones al respecto y por su habla -paupérrima- y sus gesticulaciones, no les dejaría ni educar a un perrillo. Pero estaban ahí sentando cátedra sobre lo pernicioso del cachete a tiempo, con unos sonidos guturales que me hicieron dudar de si habían recibido en su infancia demasiados cachetes, o ninguno, y así estaban. Lo que se dice muy preparados para la vida. Y por supuesto para dar instrucciones a los demás.

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