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La colección Thyssen

Leo con asombro que la baronesa Thyssen ha amenazado una vez más -no es la primera- con llevarse sus cuadros de España. Y que, en lugar de renovar el préstamo de los mismos al museo Thyssen por un año, como se ha hecho hasta ahora, ha limitado el plazo a seis meses. La baronesa, de soltera Tita Cervera, que posee también nacionalidad suiza y ha fijado su residencia en Andorra, ha tenido un encontronazo con Hacienda, y muestra de esta forma tan plástica su irritación.

Parece evidente que el legado de la familia Thyssen a España no exime a sus miembros del cumplimiento de las leyes. Pero una vez puntualizada esta afirmación, resulta también evidente que el hecho de que esta ilustre dama haya auspiciado la venida a España de una de las mayores y mejores colecciones privadas de pintura del mundo debería bastar para que la mecenas recibiera un trato especialmente delicado de las autoridades y de la opinión pública de este país.

No se trata, es obvio, de que Hacienda haga la vista gorda, faltaría más, pero sí de que se eviten las filtraciones innecesarias, de que las instancias oficiales suavicen el tono con la familia Thyssen, de que de vez en cuando las más altas instituciones recuerden en público el servicio prestado, de que quien puede hacerlo otorgue a la baronesa un título nobiliario español -otros se han dado con mucho menores merecimientos- ya que que gracias a la filantropía de la baronesa podemos disfrutar de un museo sin parangón.

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