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Llorenç Riera

Deslumbrados por las reservas turísticas

La demanda ha logrado superar al calendario. Si la Semana Santa era hasta hace poco un problema, debido a su proximidad, hoy ya es una buena ocasión, un regalo oportuno del azar que se agradece y se intenta aprovechar al máximo. Desde todas partes se oyen tambores de una ocupación hotelera nunca vista para la temporada turística que se iniciará la semana próxima y ya no se interrumpirá hasta finales de otoño. Son los sonidos agradables que han emitido todos los implicados, desde las ferias internacionales de turismo al pequeño establecimiento que está pidiendo ya más provisiones de las acostumbradas en esta época del año. Son Sant Joan lleva también cuatro meses consecutivos con incremento del tráfico aéreo con respecto a la temporada invernal anterior. El aeropuerto ha visto crecer el número de sus pasajeros en un 13,3% durante el pasado mes de febrero. Los vuelos comerciales aumentan de forma sensible. Resulta difícil hallar mejores augurios.

Dentro de esta dinámica optimista, los sectores de la oferta complementaria entienden que lo más prudente en este momento es aparcar la queja y sumarse a la actividad hotelera, aprovechando la coyuntura favorable, para adelantar el inicio de la temporada.

La mayoría de restaurantes y comercios de las zonas turísticas abrirán en Semana Santa y ya no volverán a cerrar. Esta vez no habrá paréntesis a la espera del mes de mayo. El hecho de que la llamada a trabajadores fijos discontinuos vaya a mejor ritmo que en temporadas anteriores denota esta tendencia. Los comercios del textil y moda también se suman al estreno adelantado de la campaña. Ven en ello una buena oportunidad para resarcirse de un invierno demasiado plácido en el que la clientela local no ha tenido la necesidad de proveerse de ropa de abrigo.

Todos los vientos del Mediterráneo soplan hoy a favor del turismo balear. Se ha instalado la euforia. Por lo menos para hoy, mañana, veremos. Quedan sin embargo algunas voces que son capaces de decantarse por unos momentos del deslumbramiento actual y percatarse de que tanta preferencia por Balears es puntual y fruto de males ajenos. Este archipiélago se beneficia de la inseguridad de otras geografías próximas y competidoras directas. Basta mirar, sin ir más lejos, los últimos atentados del domingo en Turquía.

Alcanzado este punto, se vuelve a plantear el problema de la fidelización que nadie parece tener en cuenta. Se descubre un árido desierto en este aspecto. Algunos de los comerciantes sensibilizados sobre la cuestión llegan a advertir de que se está perdiendo una oportunidad histórica para trabajar sobre la previsión y la eficacia a largo plazo. De momento, todo queda en que en este 2015, salvo sobresaltos, se podrán resarcir cuentas y daños de años anteriores debidos, en buena medida a un "todo incluido" del que ahora se habla menos y al escaso poder adquisitivo de la clientela. Acostumbrados al desánimo, curiosamente ahora se da por muy buena la temporada de 2016 antes de su estreno. Todo porque los touroperadores reservan en masa y se anuncian constantes cifras crecientes.

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