Diario de Mallorca

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Este es mi tercer artículo sobre el monolito de sa Feixina, tema sobre el que no tenía intención de volver a escribir, pero es inevitable hacerlo dada la contumacia destructiva del actual ayuntamiento de Palma. Da la impresión de que el gobierno municipal no tiene dificultades suficientes que atender y que se procura, de forma gratuita, nuevos y espinosos problemas. Dice el tripartito que "demolerá el monolito para cerrar heridas de verdad, ya que representa la represión a las víctimas del franquismo". La herida la está reabriendo este consistorio al tiempo que falta a la verdad histórica. No hay quien entienda lo que explican, en donde se meten o en que charco quieren chapotear. El afán destructor, el vandalismo, son síntomas de ignorancia o de enfermedad moral de la sociedad.

Los hechos históricos, recordémoslos, son distintos, el crucero 'Baleares', el 5 de marzo de 1938 recibió un torpedo y fue bombardeado y hundido por el destructor 'Lepanto' de la armada republicana, como consecuencia murieron 780 jóvenes, la mayoría mallorquines, que cumplían órdenes de guerra sin haber podido decidir a qué bando querían pertenecer en aquella deplorable contienda. El señor Noguera dijo, además, que el 'Baleares' "fue una máquina de matar", seguramente el concejal se habrá equivocado, ¿intencionadamente? El 'Lepanto' fue la verdadera "máquina de matar", su acción y su posterior no prestación de auxilio a las víctimas supuso la muerte de 780 mallorquines.

La locución "monumento" procede del vocablo latino "monere", que significa recordar. Si una institución no recuerda la historia, la tergiversa y no la respeta, los ciudadanos no respetarán la institución. Este ayuntamiento ya ha cometido una falta de respeto esquinando el busto del Rey y colocándolo debajo de un aparato de aire acondicionado, cuando legalmente la figura del Rey debe presidir. Ahora con el tema del monolito parece que no se respeta ni a los muertos, ni a sus familias, ni tampoco a los que erigieron la columna. Mientras no solucionan el hedor de su brazo policial, la limpieza de las calles, la seguridad, etc. Hoy la Policía Municipal ya no goza de la más mínima consideración, más bien se la teme.

Los monumentos públicos cumplen una función, son testimonio heredado del pasado, y si se pierde el pasado se perderá el sentido del presente, la repetición de errores será más fácil. Más que destruir hay que mantener y conservar, esto sería comprometerse con la verdadera memoria histórica. No vale tildar este monolito de ser un monumento franquista, el obelisco gracias a una alcaldesa socialista carece de toda referencia política. Por lo tanto, estamos ante un monumento público sufragado por suscripción popular, que contribuye al enriquecimiento de la zona, se trata de una obra de arte bien ubicada en un bonito jardín. Estamos pues ante un monumento histórico, concepto este que fue acuñado durante la revolución francesa cuando se dispuso que este tipo de construcciones se incluyeran dentro del inventario del Patrimonio Nacional. Los revolucionarios franceses establecieron normas de gestión y conservación de este tipo de obras. Es decir la Revolución Francesa dispuso la conservación y el tripartito en Palma dispone la destrucción.

Asociaciones de vecinos y cerca de 500 ciudadanos ya se han manifestado en contra de la demolición del monolito, la asociación ARCA que procura por la preservación del patrimonio, considera un disparate su supresión, expertos en arte monumental lo consideran de alto nivel artístico y representativo del movimiento racionalista. Esto acaba de empezar. ¿Por qué provocar y desestabilizar la convivencia?, ¿estamos ante una venganza con efecto retroactivo? En Roma se aplicaba la doctrina Damnatio Memoriae para condenar a la desaparición, al olvido, a algún emperador o etapa anterior, decapitando bustos, sustituyendo caras en pinturas, borrando inscripciones?, ¿hemos regresado a dos mil años atrás?, ¿no se ha superado el periodo de los bárbaros, de los vándalos y el espíritu destructor?

Ya hay un movimiento ciudadano que piensa iniciar una nueva colecta-suscripción pública para obtener recursos con los que reedificar el monumento cuando el ayuntamiento esté regido por gente más civilizada, más sensata. Un monumento siempre se puede reconstruir, sobre todo si es de piedra, pero el daño que se produce a los sentimientos de las personas siempre es irreparable. Existe en Nueva York, desde 1965, una fundación denominada World Monuments Fund cuya misión es defender, en todo el mundo, la preservación de obras de arte y monumentos de importancia histórica que se encuentren en peligro de sufrir un atentado como el que se quiere cometer en sa Feixina y, además, cada año publican la Watch List of 100 most endagered sites con la finalidad de poner en evidencia algún despropósito que se pretende llevar a cabo. Sería una lástima que Palma apareciera en esa lista junto a los irracionales del Estado Islámico, posiblemente perdería la condición de "mejor ciudad para vivir" que le otorgó el rotativo londinense The Times.

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