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Llorenç Riera

Males del tabaquismo de terraza y portal

La ley antitabaco lleva una década de aplicación. Sin duda alguna ha supuesto un notable avance en la lucha contra el hábito de fumar. Se han acotado espacios públicos exentos de tabaco en los que uno ya no se ve obligado a convertirse en fumador pasivo, se ha avanzado en correcciones personales y salud pública, pero la norma no ha sido, ni mucho menos, la panacea capaz de hacer borrón y cuenta nueva. El tabaquismo sigue estando demasiado incrustado en las costumbres sociales.

Se han modificado los escenarios. La gente ha salido de muchos espacios colectivos, preferentemente bares y restaurantes, para fumar en su mismo umbral o en las terrazas que ya lo invaden casi todo. En el corto recorrido se han perdido algunos consumidores de tabaco, pero se han incorporado otros, aunque menos. Por supuesto, también se siguen quemando cigarrillos en el ámbito privado.

La consecuencia más irreversible y grave de todo ello es que el consumo de tabaco está vinculado de forma directa con una de cada tres muertes que se producen en Balears. En 2014, último año del que Salud Pública dispone de datos, fallecieron 2.608 hombres por esta causa y 986 mujeres. La mitad de estos óbitos fueron por causas cardiovasculares.

No se conocen datos concretos de las islas, pero el consumo de tabaco ha bajado de forma considerable, 11 puntos, en el conjunto de España entre 2001 y 2011. Ha pasado del 39,1% al 27,9%. Cabe pensar que en este archipiélago se mantiene la misma tónica porque desde entonces también ha descendido la venta de cajetillas, con sólo un ligero repunte en 2014, que los especialistas achacan al auge del turismo. A los visitantes les resulta más barato adquirir tabaco aquí que en su país de origen.

De entre todos los datos aportados por Salud Pública llama la atención la constatación de que las mujeres fuman menos que los hombres pero, por contra, tienen mayores dificultades para dejarlo. Esto también explicaría el hecho de que el cáncer de pulmón, el más vinculado al consumo de tabaco, pero no el único, disminuya entre los varones y se mantenga entre las féminas. También está demostrado, por otro lado, que quienes disponen de mayores recursos económicos tienen más facilidades para dejar de fumar. Aparte de la normativa antitabaco, no existen ayudas ni aliento público para dejar de fumar.

En este punto entraría en juego la Seguridad Social asumiendo tratamientos de deshabituación del tabaquismo. Es una reclamación que hace la directora general de Salud Pública, Maria Ramos. También aboga por el incremento de las tareas de inspección y sanción que se han relajado después de los primeros años de entrada en vigor de la ley. El envasado neutro de las cajetillas, lejos de las grandes marcas y con mensajes claros sobre los males del hábito de fumar, ha sido empleado con éxito en otros países y se apunta como otro elemento disuasorio válido para utilizar en España. Convendrá tenerlo en cuenta, aparte de otros, porque la lucha contra el tabaquismo no solo debe permanecer vigente, sino que necesita actualizarse una y otra vez.

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