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Ramón Aguiló

escrito sin red

Ramón Aguiló

Lenguaje y realidad

Lo escribía Paul Valéry en sus Cahiers, que el habla no significa lo que pretende significar sino de manera ex-cep-cio-nal. En su libro La lengua del tercer reich citaba Victor Klemperer la frase de Talleyrand según la cual el lenguaje sirve para ocultar los pensamientos. Para, a continuación, desmentirla: el lenguaje saca a la luz aquello que una persona quiere ocultar de forma deliberada, aquello que lleva dentro inconscientemente. Es éste el sentido de la frase de Buffon: Le style c'est l'homme. La mentira queda al descubierto por el estilo de su lenguaje. En realidad la controversia sólo radica en la posibilidad del engaño, no en su pretensión mediante las palabras. Cabe otra posibilidad, la del autoengaño a través de las palabras a las que se confiere el reflejo de la realidad. A algo de esto, que puede tener que ver con lo que está sucediendo en España, se refería Valéry cuando en los Caihers afirmaba en 1944: "Las desgracias de Europa, su total ruina, se deben al sistema de las "naciones" surgido de las soberanías personales, que han legado a entidades jurídico-histórico-políticas caracteres de individuos, con todo lo que tales caracteres conllevan de mala conciencia, de envidiosa voluntad de poder, etc. Se han afirmado gracias a hombres "instruidos" que han creído y hecho creer en la existencia real de antagonismos esenciales."

Un poco de todo esto se ha podido constatar en el proceso secesionista en Cataluña emprendido por el nacionalismo. Y ha aflorado en su plenitud en los debates del parlamento catalán en torno a la propuesta de declaración de Junts pel sí y la CUP para dar inicio al proceso de independencia. En toda la secuencia los políticos no han sido los únicos protagonistas. Los medios catalanes subvencionados por el poder político han contribuido de forma en absoluto despreciable a la construcción y respetabilidad de una ensoñación cuyo súbito desvanecerse hará recaer en la más negra frustración a quienes han sido estimulados hasta la máxima excitación por unos supuestos representantes de la mesocracia catalana (los dirigentes de una corrupta CDC) acorralados por la justicia. Alguno, como La Vanguardia, ha reculado a través de un editorial (Por la rectificación) a partir del momento en que se han dado cuenta de que el proceso independentista era reformulado por los antisistema de la CUP, ante los cuales se estaba arrodillando un Mas que vende a su propio partido para seguir en el poder. Pero la indecencia de LV consiste en afirmar que el programa de Junts pel sí no se corresponde con la declaración aprobada el lunes. Que no es eso lo que votaron sus electores. Que en realidad no se estaba reclamando la independencia sino un nuevo encaje para Cataluña. Y cuando se ha visto que al fondo del escenario no estaba Rajoy sino el Estado español y los principales partidos que pueden optar a formar gobierno después del 20D: PP, PSOE y C's. (Armengol ejerce de alacrán, está en su naturaleza). Estaba el Tribunal Constitucional. La ley. Y la soledad. Y el único punto de referencia para los golpistas civiles: Kosovo.

Son coadyuvantes en la carrera hacia el abismo las alusiones periodísticas a los guardianes de la legalidad. Los llamados por Enric Juliana Brigada Aranzadi o Brunete mediática. Aludiendo subliminalmente al simbolismo de una unidad militar significada en su ubicación estratégica, durante el franquismo y hasta el 23F, no como instrumento de defensa, sino como instrumento de posible represión de un movimiento democrático. Un meritorio esfuerzo de deslegitimación de la ley. Recordamos el editorial conjunto de la prensa subvencionada catalana tras la sentencia de 2010 del TC de sobre el Estatuto de 2006. La anterior campaña anticatalana del PP fue, sin duda, repugnante. Pero su recurso ante el TC (como origen de toda la desafección) fue vituperado porque los promotores del Estatuto sabían que era anticonstitucional, como se sentenció. Se orilló al PP en su discusión porque para hacerlo posible se requería cambiar la Constitución y para ello se necesitaba su voto favorable. Éste es el origen.

Mas ha afirmado en el debate que "nos tratan a los demócratas como delincuentes". A sensu contrario, los respetuosos con las ley, los que están al otro lado, no son demócratas. Se llaman a sí mismos demócratas los desleales y sediciosos que rompen con la Constitución que es el fundamento de legalidad de las instituciones que gobiernan. Demócratas en un Estado de derecho son quienes respetan las leyes. Delincuentes quienes las trasgreden. No es cierto que estén abiertos al diálogo para resolver el encaje de Cataluña en España. El único diálogo al que aluden es para establecer una negociación con el Estado español, con Europa y organismos internacionales, sobre el nuevo Estado que pretenden crear. No es un choque de trenes entre Mas y Rajoy. Es un golpe de Estado contra la Constitución. Mas chantajea a la CUP: Si no nos votan (a Mas, para presidente) el proceso queda encallado. Falso. Queda encallado y Mas derrotado porque Junts pel sí no ha tenido suficientes votos. No tienen votos (dos tercios) para cambiar el estatuto y se consideran, con el 48%, legitimados para proclamar la independencia.

Aunque pueda parecer de una simpleza extraordinaria, lo que late en el fondo de quienes están siendo arrastrados hacia una nueva y recurrente frustración, es la creencia en una superioridad moral sobre el resto de españoles. Es la célebre frase del filósofo y escritor Francesc Pujols: "Llegará un día en que los catalanes, por el simple hecho de serlo, iremos por el mundo y lo tendremos todo pagado". Es la creencia de que por ser catalán se pertenece a una nación milenaria. Falso. El concepto de nación, política o cultural, nace con la revolución francesa (Sieyès, Condorcet) y el romanticismo (Herder, Fichte, Mazzini). Que la derrota de 1714 fue a manos de Castilla en la guerra de Secesión. Falso. Fue a manos del duque de Berwick, al frente de sesenta y ocho batallones franceses enviados por Luis XIV al término de la guerra de Sucesión a la corona de España.

Lo ocurrido el lunes 9 de noviembre es una repetición de la infausta fecha del 6 de octubre de 1934 en que Companys proclamó el Estado Catalán dentro de la República Federal Española. El general Batet instaló dos cañones en la plaza de Sant Jaume y acabó con el pronunciamiento. Murieron cuarenta y seis personas. Tres mil fueron encarceladas. Agustí Calvet, director de La Vanguardia, escribió: "Es algo formidable. Mientras escucho me parece que estuviera soñando. Eso es, ni más ni menos, una declaración de guerra. La Generalitat declara la guerra, esto es, fuerza a la violencia al gobierno de Madrid, cuando jamás éste se habría atrevido a hacer lo mismo con ella." ¿Tragedia?¿Farsa? Aún no lo sabemos.

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