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Matías Vallés

Al Azar

Matías Vallés

La prostitución de la ecotasa

A riesgo de coincidir con el Gob, un impuesto destinado a la "creación de producto turístico y promoción turística" tiene tanto que ver con la ecotasa como el actual Govern con la izquierda. Si se adjunta el "desarrollo de infraestructuras relacionadas con el turismo sostenible", la farsa se convierte en un ejercicio de prostitución pagado según es costumbre por los indígenas. Sugerirle a un residente que abone en los hoteles un plus para "la mejora de la competitividad del sector turístico", a traducir por subvencionar a los empresarios, es un bofetón que ni el peor PP hubiera avalado. La iniciativa primigenia consistía en rescatar fincas de la voracidad del "sector", y en demostrar quién manda aquí. Este segundo objetivo ha sido cumplimentado ferozmente por el ejecutivo autónomo. Lo que usted mande, señor hotelero.

Armengol y Barceló cocinan la ecotasa soñada por Bauzá y Delgado. Cabe felicitar efusivamente a un Govern que ha logrado que todos los destinos del impuesto turístico sean innobles, como en "proyectos de I+D+i". El insulto es tan descarado, que ni siquiera procede refutarlo con la evidencia de que un teatro abarrotado no necesita promoción, sino oxígeno. Se trataba de proteger a la isla de quienes la imaginan como una gigantesca factoría a sus servicios. Frente a la utopía, el actual proyecto adulterado otorga el título de propiedad de Mallorca a los hoteleros desde la izquierda.

Ante la perversión pagada, y por tanto prostituida, del Govern cabe reivindicar la ingenuidad de que la ecotasa no es para los hoteleros. Los empresarios no quieren recaudarla, porque solo desean cobrarla. El ejecutivo debe habilitar medidas para ingresársela directamente en Suiza, su plaza de preferencia según catas como la lista Falciani. Asumimos la aceptación izquierdista del capitalismo salvaje, pero su fomento desde instancias pseudoprogresistas se desliza hacia el sadismo. Ante el irremediable entreguismo, busquemos refugio en las palabras pronunciadas por la nada sospechosa Hillary Clinton en un mitin de precampaña. "No dejéis que nadie os diga que son las corporaciones y empresas quienes crean empleos".

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