Diario de Mallorca

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José Carlos Llop

¿Cómo son o cómo fueron?

Hace menos de un mes, en Diario de Mallorca, se publicó una entrevista sorprendente. El entrevistado era un profesor de la UIB y la entrevista era sorprendente porque el hombre -Antoni Picazo Muntaner, su nombre- hablaba de Historia y decía cosas sensatas. Cosas cargadas de sentido común, ese desprestigio actual. Hoy en día el exabrupto y la reivindicación de lo que sea mientras lo que sea no tenga mucha relación con los hechos en sí priman sobre cualquier otro argumento. En fin, vamos acostumbrándonos. Quizá por eso la entrevista con Picazo resultara tan sorprendente. Diría incluso que iluminadora sino fuera porque lo que decía en ella ya lo sabíamos y no por ciencia infusa. Lo habíamos aprendido porque nos lo habían enseñado y nos lo habían enseñado mostrándonos las pruebas, no inventándoselas, como se inventan ahora tantas cosas.

En aquella entrevista, Antoni Picazo hablaba de La Leyenda Negra o la propaganda de las más eficaces, por cierto contra la España de los siglos XVI y XVII, ideada y escrita existen decenas y decenas de libros, folletos y documentos en Inglaterra y Holanda, con el fin de restar e ir barriendo el poder de la corona española en Europa y América. O sea que La Leyenda Negra fue un fruto más de la lucha de poderes políticos y económicos y muy importante, religiosos: protestantes contra católicos y no la transcripción notarial de la realidad. Pero ya se sabe que lo malo es más interesante que lo bueno; o por lo menos, lo parece. Llegó un momento en que parecía que sólo se habían quemado brujas y herejes en España y que sólo los indios americanos colonizados por los españoles habían sido masacrados. Y en ese mismo momento, las naciones protestantes quemaban brujas a mansalva y de los indios colonizados por ellos basta con darse una vuelta por ahí: apenas quedan y viven encerrados en reservas. Visiten Estados Unidos, donde de paso casi acaban con los bisontes. En cambio, en países como Bolivia, Perú, México o Paraguay, por citar sólo cuatro, los indios es decir, los pueblos indígenas y aborígenes de la zona están por todas partes. Y cuando hubo matanzas a lo grande, éstas fueron causadas, sobre todo, por los descendientes de los criollos que se independizaron de España en el siglo XIX. Consulten hemerotecas y tratados de Historia. Del espíritu de fray Bartolomé de Las Casas ya ni hablo, porque lo hizo y bien Jordá hace unos días en la contra de Diario de Mallorca.

No, no tengo fiebre, ni el mosquito tigre me ha infectado alguna enfermedad tropical. Ni me creo, por supuesto, La Leyenda Blanca del franquismo donde todo era bonachón hermanamiento entre culturas, el valiente conquistador y el indio bueno. Pero la canonización de Juníper Serra de quien apenas sé nada, ahora que todos saben tanto ha supuesto un repentino subidón de indigenismo barato, que ha provocado que se escribieran y dijeran también en estas páginas tonterías morrocotudas. Creo que el nacionalismo tiene un término exacto para eso: auto-odio. De no ser Serra mallorquín, todo habría quedado en encogimiento de hombros. Pero la entrevista con Picazo Muntaner era al respecto contundente: "Ni Serra, ni Colón mataron jamás a nativo alguno". ¡Qué alivio! Y si digo alivio no es porque debamos sentirnos responsables de lo que hicieron mal los descubridores, misioneros y conquistadores de América hace siglos, vaya sandez, sino porque con tanto cuento de terror igual acabamos contando a los niños macabras rondaies con Juníper Serra empuñando un hacha ensangrentada. Cuando los que sí empuñaban hachas de guerra y cuchillos ceremoniales y ensangrentaban muros, altares y escalinatas sin cesar eran los indios aztecas y toltecas e incas y mayas y demás. Eso cuentan al menos sus propias pinturas y bajorrelieves por no citar las crónicas americanas y en más de una ocasión los conquistadores se aprovecharon de las sucesivas guerras tribales -algunas, como en el México de Cortés, tan vastas que podrían tildarse de continua guerra civil para sacar beneficio sin apenas desgaste (véase, si no gusta leer cosas serias o mirar arte precolombino, la película Apocalypto y quizá se hagan una idea de aquella América, bastante alejada del paraíso indigenista poblado por indios bondadosos y partidarios de la doctrina de Rousseau, siglos antes de que éste hubiera nacido).

Vuelvo a Antoni Picazo Muntaner a quien ni conocía, ni conozco hablando del Pare Serra: "Fue un defensor de los ritos, costumbres y lengua nativos". O "defendió a los nativos enfrentándose a quienes tenían mucho más poder que él". Ya he dicho que soy un ignorante respecto a Juníper Serra, pero ninguna de estas frases cuadran con el ideario por llamarle algo contemporáneo, que satisface su pulsión suicida buscando lo que no fue, o el lado oscuro de las cosas. La filosofía de la sospecha aliada con el relativismo tiene ahora más poder que cualquier otro pensamiento y en Mallorca la inventamos antes de que en el resto de Europa la intuyeran siquiera. La entrevista con Picazo Muntaner fue, sencillamente, un pequeño oasis de sensatez.

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