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Llorenç Riera

El invento del federalismo insular

Ala mayoría de cargos electos con representación institucional les sigue encantando modificar conceptos y multiplicar organismos colegiados. La repercusión inmediata de todo ello es la reproducción de costes, la difuminación o extinción de la gestión y muchas veces la devaluación de las instituciones ya consolidadas. En las pocas semanas que llevan al frente del Govern y del Consell de Mallorca, Francina Armengol y Miquel Ensenyat se caracterizan, básicamente, sobre todo el segundo, por dos cosas, las ideas y opiniones que han lanzado al aire y las autocorrecciones que se han visto obligados a realizar sobre ellas.

La presidenta Armengol se reunió ayer con los presidentes y presidenta de los cuatro consells insulars de Balears. Es un encuentro que debería inscribirse dentro de la normalidad institucional del sentido democrático, pero que adquiere carácter excepcional, primero por lo infrecuente y después por las iniciativas y propuestas que han salido tras la foto en el Consolat de Mar.

El PSOE quiere ser el campeón indiscutible del federalismo. La estructura formal que mantiene como partido y el modelo de Estado que, más o menos, propone para la reforma constitucional, también tiene su versión insular. Para "dignificar" a los consells, Francina Armengol no ha tenido otra idea que la de otorgarles rango federal con una conferencia de presidentes como herramienta para ello. Resulta complicado hallar consistencia a esta propuesta. ¿Acaso Govern y consells o éstos entre sí no pueden matener una relación y cooperación normalizada a partir de su estructura y composición actual? Balears ya anda sobrada de federaciones, asociaciones, consorcios municipales y semejanzas, con la balanza desequilibrada a favor de la burocracia y la foto de familia y perjuicio directo de la gestión.

La presidenta afirma que los consells han funcionado mal durante los últimos cuatro años. Los electores se le adelantaron en tal descubrimiento mientras ella estaba entregada a la discreta oposición. Por eso la han instalado en el Consolat de Mar. No consta, en cambio, que nadie le haya demandado recomposición de cimientos y vuelco institucional. Más bien gestión, capacidad de resolución y despliegue efectivo de programa claro.

Si para ello, como también defienden la presidenta y sus homólogos insulares, es necesario cambiar la Ley de Consells y "equilibrar" las competencias por lo que respecta al órgano mallorquín, no será imprescindible recurrir a un federalismo desmesurado y fuera de lugar. Bastará el diálogo o el debate que ahora se descubre tras el precipitado anuncio del transporte interinsular de basuras. Es semejante al que será imprescindible para el frente común, también acordado ayer, relativo a la demanda de una mejor financiación autonómica para Balears. O para que el Govern, más allá de buenas intenciones, consiga abonar los 139 millones de euros que adeuda a quienes ahora presenta como aliados confederales.

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