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Análisis

Reinventarse o morir de inacción

La irrupción del turismo como principal actividad económica del archipiélago supuso a mediados del siglo pasado todo un salto cualitativo para el nivel de vida de un territorio condenado a ser pobre si sus habitantes dependían en exclusiva de lo que la actividad agrícola les proporcionaba.

Paralelamente a esta realidad, en Mallorca ha convivido hasta hace no mucho una pujante industria manufacturera que se defendía en un mercado menos globalizado que el actual. El calzado, la bisutería, el mueble proporcionaban cientos de puestos de trabajo y hacían que el porvenir no dependiera solo del monocultivo turístico. Los zapatos de Inca, las perlas y los muebles de Manacor, la grifería de Binissalem, el vidrio de firmas como Lafiore, Guardiola o Menestralia, tuvieron su momento brillante, pero ahora están a punto de ser historia porque no se han sabido adaptar a los nuevos tiempos, en los que lo que prima la innovación, la calidad y el diseño.

El negocio turístico es el dominante, pero el futuro no puede quedar solo fiado a este sector. La apuesta por la Investigación y el Desarrollo es imprescindible y ello requiere que todos, políticos incluidos lo tengan claro. Hemos vivido ejemplos como el centro de Microsoft del Parc Bit, centrado en las actividades turísticas, que desapareció por la desidia de las instituciones, mientras que en otros países de nuestro entorno europeo lo tienen claro y se llevan a los jóvenes que están innovando, los que trabajan para poner en marcha el 5G, las nuevas patentes farmacéuticas o las aplicaciones telemáticas que nos cambiarán en breve la vida .

El cambio de rumbo es urgente para forjar una industria del futuro, en trabajos y profesiones que ahora mismo están por inventar. Eso o seguir pensando que nos irá bien siendo los camareros de Europa.

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