El pasado mes de agosto, en plena tormenta

mediática por la acción reivindicativa de Arran en el Moll Vell de Palma, dos de los portavoces de esta

organización juvenil explicaban a este diario que no era un movimiento "turismófobo". "Lo que queremos es un control y una regulación de esta actividad económica que sabemos que no va a desaparecer", afirmaban, para justificar a continuación sus actuaciones de la siguiente manera: "Está claro que el turismo masivo ha provocado muchos problemas: falta de vivienda, destrucción del medio ambiente o aumento de la precariedad laboral".