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Dos palabritas

Castigar a los malos, premiar a los buenos

Los establecimientos de Comunidades turísticas suelen tener mala fama. Mal servicio, mal producto y precios abusivos. Y hay empresarios que parecen empeñados en estar a la altura de esa mala reputación. A fin de cuentas, viven de los turistas, muchas veces extranjeros que no conocen la gastronomía, los usos y los precios. Y a los que probablemente no se les volverá a ver. Así que se puede abusar de ellos más o menos impunemente.

El problema llega cuando esa actitud se generaliza. Cuando los caraduras arrinconan a los buenos profesionales, cuando las sospechas se extienden a todo el sector. Cuando advierten a los potenciales clientes en Liverpool o Dortmund: "¿Mallorca? Oh, muy bonito, pero la comida allí es horrible".

Aquí todavía hay muchos empresarios desaprensivos, dispuestos a exprimir al máximo la gallina de los huevos de oro. Dos de cada tres establecimientos inspeccionados por Sanidad presentaban deficiencias. Y eso es inadmisible. No basta con las sanciones. La Conselleria tendría que hacer público el listado de establecimientos infractores. Y hacer lo mismo con los que mantienen buenas prácticas de servicio, como defiende la Asociación de Restauradores. Es tan fácil como castigar a los malos y premiar a los buenos.

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