Coloma Oliver ha sido testigo directo del atentado ocurrido ayer en las Ramblas de Barcelona. La furgoneta asesina pasó a escasos centímetros de esta mallorquina, viajera habitual a la Ciudad Condal por negocios. "Iba caminando por la acera cuando vi venir la furgoneta, haciendo eses, llevándose por delante a todos. No vi la cara al conductor, solo vi el coche, gente corriendo, cómo saltaban los cuerpos, un cochecito bajo las ruedas? ¡Ves de todo y no ves nada. Terrible!".

Demoledora su confesión: "Pensé: ´De aquí no salgo. Solo se me ocurrió llamar a mi hijo para despedirme de él".

Coloma ya está en Palma. En su puesto de trabajo. Regenta un comercio en Palma. Repite: "Estoy viva de milagro. He vuelto a nacer". Al narrar lo que vivió ayer "en primera línea", revive el recorrido de escapada del horror: "Corríamos sin saber qué hacer; nos escondimos en un bar, volvimos a salir, y de ahí, nos metimos en una tienda. El dueño cerró la puerta por indicación de la Policía. Luego volvimos a la calle. Salíamos como hormigas. Corrí tanto que me torcí un tobillo. Al llegar al Paseo de Gracia, pude coger un taxi al aeropuerto. Allí, sola, me vine abajo".

Su hijo Josep la consoló hasta que ya en el avión, la tensión se desbordó en lágrimas. "Una psicóloga me atendió en el vuelo. Y al llegar a Palma, me esperaba otro psicólogo. Habían llamado al 112. Tuve un ataque de ansiedad".

A sus 58 años, agradece "estar viva". Sabe que "he vuelto a nacer". Ahora se pregunta, como tantos: "Porqué".