Ocho meses de deliberación sin una sola pista de la sentencia de Nóos y un blindaje sin precedentes de la Audiencia de Palma prometían que todo saliera según lo previsto: que el fallo se comunicara a las partes y a los medios de comunicación al mismo tiempo sin ninguna filtración previa. Sin embargo, un error en el tiempo de descuento, a minutos de que se difundiera oficialmente el veredicto más esperado de la historia judicial española, tiró por tierra todo el hermetismo y la discreción de las tres magistradas.

La página web del Consejo General del Poder Judicial publicó antes de tiempo el resumen de la sentencia y no pudo retirarlo a tiempo sin que las agencias se percataran. El fallo llegó antes a las redacciones que a los periodistas que se encontraban a la puerta de la Audiencia, generando la confusión que se quería evitar.

Se tomaron todas las medidas para impedir cualquier filtración de la sentencia. Sin ningún indicio de hacia dónde iría el fallo del tribunal, la única misión ayer por la mañana era aguantar hasta las 12 horas sin ninguna filtración.

Las magistradas llegaron sin mostrar una sola mueca. Lo hicieron pronto, más de lo habitual. Pasaban pocos minutos de las 7:30 horas cuando llegó la presidenta del tribunal, Samantha Romero. Media hora después y acompañada hasta el patio interior de la Audiencia por un taxi con cristales tintados, llegó Eleonor Moyà; y un cuarto de hora después, a pie y con gafas de sol en un día más bien sombrío, Rocío Martín.

Enorme presencia policial

El edificio de Can Berga, que acoge al alto tribunal, abrió sus puertas ayer antes que otros días. Si normalmente hasta las 8.00 no se abre el portón, ayer lo hizo a las 7.00 horas. Efectivos de la Policía Nacional realizaron una revisión ocular del edificio para confirmar que todo estaba en orden. Se desplegó frente a la Audiencia un dispositivo de más de 20 agentes y unidades caninas, cuyo único trabajo fue evitar el paso de los periodistas al interior del edificio.

En una actuación sin precedentes, se prohibió el paso a los medios de comunicación al interior de la sede judicial mientras las tres magistradas estuvieran en su interior. El objetivo era garantizar que transcendiera ninguna información de la sentencia hasta la hora prevista para su difusión oficial.

Simultáneamente se iba a comunicar por una red interna a las partes del caso, por mail a todos los medios de comunicación y en formato físico y en mano, a los periodistas presentes frente a la Audiencia.

Máxima expectación

A falta de media hora para las doce, la expectación fue en aumento y al medio centenar de periodistas se le sumaron decenas de curiosos que esperaban también conocer el fallo de Nóos. No hubo en esta ocasión, a diferencia de en citas anteriores del caso en Palma, concentraciones ni protestas antimonárquicas.

Uno de los abogados de la infanta, Jaume Riutort, o la abogada de la Comunidad Autónoma, María Ángeles Berrocal, fueron de los pocos letrados que acudieron personalmente y que captaron la atención de fotógrafos y televisiones. También estuvo en el lugar el diputado balear de Podemos en el Congreso y magistrado, Juan Pedro Yllanes, que abandonó la presidencia del tribunal de Nóos para presentarse a las elecciones. Yllanes esperaba la sentencia para realizar una valoración de su partido pero antes acabó siendo entrevistado en directo por varias televisiones.

No se había entregado todavía la sentencia, cuando la absolución de la Infanta Cristina y la condena a seis años de prisión para su marido Iñaki Urdangarín ya estaba en boca de todos y en todos los medios.

Toda una mañana de máximo blindaje y hermetismo para evitar filtraciones saltaba por los aires a falta de minutos. El resto de la historia, de sobras conocido: Infanta absuelta y seis años para el Duque.