Los que más se quejaron por el nuevo Impuesto de Turismo Sostenible, los empresarios de alojamiento, después han vivido su implantación sin sobresaltos: tenían personal de refuerzo en las recepciones con las que asumieron la nueva carga de trabajo de los primeros días de julio (luego todo se ha normalizado) y los sistemas de facturación estaban perfectamente adaptadas. Quien no estaba preparado a tiempo era el propio Govern, que a diferencia de los hoteles, que a juzgar por los problemas no puso los recursos suficientes para afrontar el tránsito a la ecotasa. No es solo el retraso en el sistema de facturación, que aún se adaptó cuando llevaban 69 días sin cobrar el tributo, es que la propia Agencia Tributaria de Balears (Atib), se vio superada en julio: pusieron un equipo de dos personas a gestionar la inscripción telemática en el registro de alojamientos obligados a cobrar la ecotasa, pero a finales de julio, a pocos días de que acabará el plazo cientos de usuarios (la mayoría dueños de casas vacacionales) se quejaban del colapso de la web del Govern y de la falta de personal en la Agencia Tributaria, con dos únicas funcionarias para gestionar la web, las llamadas de teléfonos y las dudas en la propia sede de miles de afectados. En un solo día, la web y dos funcionarias afrontaron 40.000 intentos de inscripción y solicitudes de información. De ahí el colapso.
El Govern recaudará con el Impuesto de Turismo setenta millones de euros al año, que quizá le sirvan para mejorar su propia gestión.
