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La fiesta en paz

La papeleta es un puñal de papel

En la sede del PP vuelan puñales. Isern y Vidal lo saben.

Las elecciones, a veces, son la venganza del ciudadano. La papeleta es un puñal de papel". La frase es de David Lloyd George (1863-1945) que fue primer ministro inglés en el último tramo de la Primera Guerra Mundial y en los años posteriores, entre 1916 y 1922. Los comicios del 26 de junio serán una repetición de las elecciones de diciembre o unas nuevas elecciones según las ganas que tengan los ciudadanos de apuñalar con su voto a los políticos que les han defraudado o traicionado a lo largo de los últimos cuatro meses. El navajazo del electorado puede llegar en forma de desprecio a las urnas o de cambio de sentido del sufragio. Aunque, si hacemos caso de las encuestas, esta última opción parece poco probable.

De momento, los puñales se han adelantado y ya vuelan en la sede del PP balear. La primera víctima, Mateo Isern, parecía gozar de una envidiable solidez y, sin embargo, no ha resistido el primer asalto. La misma endeblez han mostrado Miquel Vidal y los críticos de Biel Company. Si José María Rodríguez estaba difunto tras perder la batalla de Bauzá, ha demostrado ser un nuevo Cid capaz de dar guerra desde el más allá político. De Maria Salom, la primera la opción de Madrid para sustituir a Isern, no sabemos si está malherida o hace lo mismo de siempre: esperar a que los demás se despellejen para al final emerger como triunfadora sin ni siquiera haberse despeinado. Si al final el elegido es Pere Rotger, nos encontraremos ante una revisión política del cuento de Augusto Monterroso: "Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí".

Para el PP serán unas nuevas elecciones a las que llegará más dividido que nunca, con las bases desmotivadas, con algunos de los sectores ansiosos de que fracasen sus adversarios internos. Con este panorama es lógico que existan serias dudas sobre si será capaz de repetir resultados o las elecciones de diciembre pasarán a ser el segundo peor resultado de los populares en unas generales.

Los comicios también son nuevos en el otro viejo partido, el PSOE. Ramon Socías ha caído fulminado, aunque en este caso la puñalada certera no ha dejado más víctimas ni ha ensangrentado en exceso el campo de batalla. Francina Armengol ha cerrado la crisis de forma rápida, a su gusto y sin oposición. Quizás porque todos los que han soñado con sacar la faca están en un cargo público que depende de la voluntad de la señora presidenta.

¿Más novedades? Mariano Rajoy no acudirá al mercado del Olivar para comprar una ensaimada previamente seleccionada por sus asesores. Podemos ya no tendrá necesidad de anunciar el sorpasso al PSOE porque ya es una realidad. Jaume Font no recorrerá inútilmente los pueblos mallorquines reclamando el voto para convertirse en un llanero solitario que promete proteger a los esquilmados mallorquines de la avaricia de Madrid. Suegro y yerno -Yllanes y Verger- dejarán de ser adversarios para ser compañeros a la caza del tercer escaño -lo del cuarto estuvo bien para intentar timar a los de Més-. Albert Rivera habrá tenido tiempo de leerse el Estatuto para no equivocarse desde el escenario del Trui Teatre sobre la lengua que se habla en Balears...

Aparentes novedades en junio en relación a diciembre. ¿Suficientes para engatusar a los votantes? No. Son cambios cosméticos, sin trascendencia real. El elector continuará convencido de que está ante los mismos perros con distintos collares, que una vez formada una mayoría, seguirá pesando más lo viejo que lo nuevo. Los cambios habidos hasta ahora afectan a las cuitas internas de los partidos. No a las necesidades de los administrados. El paro, la calidad del trabajo, la sanidad, la educación, la guardería, el punto negro en las carreteras, los impuestos... Desde el 20 de diciembre nada han hecho para volcarse en las preocupaciones de la calle. ¿Por qué van a hacerlo ahora?.

Hace tiempo que los ciudadanos han dejado de confiar en sus políticos. Lo ocurrido en los últimos cuatro meses no ha mejorado esta percepción.

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