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Las regiones empiezan a quitar el céntimo sanitario, aunque Bauzá ni se lo plantea

Cantabria es la última en retirar los 4,8 céntimos por litro, como hicieron ya Euskadi, La Rioja, Aragón, Navarra y Castilla León

En Balears todos hacen caja con los conductores como en ningún sitio. Que no solo las petroleras fijan aquí el precio más alto para sus combustibles: el Govern cobra los impuestos más elevados del Estado, el máximo permitido, gracias al (mal) llamado 'céntimo sanitario'. Lo aprobó el president Bauzá en 2012, aunque ni es un céntimo, ni es sanitario: son 4,8 céntimos por litro y el dinero va al presupuesto de la comunidad, sin que tenga que ser usado necesariamente en sanidad. La medida se enmarcó dentro del plan diseñado para reducir el déficit de la comunidad, cuya aplicación no ha concluido. De hecho, Balears cerró 2014 volviendo a las andadas y pasándose del déficit permitido (gastó unos 350 millones más de los ingresados). Así que las cuentas no dan margen para gran cosa y los ciudadanos seguirán pagando un impuesto que castiga por igual a quien conduce un Ferrari que a quien viaja en un vehículo destartalado por no poder pagarse otro.

Preguntados al respecto, en la Conselleria de Hacienda del Govern reconocen que "en lo que queda de legislatura" (que acaba en mayo con las elecciones) ya no se retirará el impuesto, pero el objetivo, dicen, es activar políticas que generen crecimiento y permitan rebajar en el futuro la presión fiscal.

Justo esa es ahora la tendencia: con las elecciones a la vuelta de la esquina, las comunidades están empezando a suavizar los impuestos, empezando por el recargo sobre las gasolinas. Las primeras en retirarlo fueron Euskadi, La Rioja, Aragón y Navarra, que cuanto vieron el déficit cerca de ser domado y atisbaron horizonte electoral, anunciaron el fin de los 4,8 céntimos. Después siguió el mismo camino Castilla y León, que redujo el tributo un 70%, de 4,8 céntimos por litro a 1,6. Y a todas ellas se les acaba de sumar Cantabria, que elimina el impuesto.

El resultado en todos los casos ha sido hasta ahora una bajada del precio de venta al público, aunque no todo lo amplia que se esperaba, según denuncia la Comisión de los Mercados y la Competencia. Es decir, parte del impuesto retirado sigue en el precio, solo que va a la cuenta de resultados de la petrolera. Pero el coste final baja, aunque sea menos de lo que disminuye el tributo.

El resultado es que, como el resto retiran un impuesto que las islas mantienen, pues seguirá creciendo la diferencia entre lo que paga un balear por la gasolina y lo que apoquinan en el resto del Estado, para mosqueo de consumidores y empresarios.

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