La Audiencia de Palma ha dictado su primera sentencia por la que se condena a una clínica de estética por colocar a dos pacientes sendas prótesis mamarias defectuosas. Se trata de los implantes del modelo conocido como PIP, que fue retirado del mercado hace algunos años al descubrirse que una vez colocados en el pecho de las pacientes se rompían. Miles de mujeres tuvieron que someterse a una nueva intervención para retirar los implantes antiguos y colocar unos nuevos. Pero no en todos los casos las operaciones terminaron con éxito, ya que muchas mujeres padecen graves consecuencias por los perjuicios que ha ocasionado este material en mal estado.

Dos de las mujeres de Palma que se vieron implicadas en esta situación demandaron a la clínica donde concertaron la operación. Los hechos se remontan al año 2005. Contrataron una operación para implantarse cada una prótesis mamarias. El precio de cada operación fue de 6.000 euros.

Las dos pacientes aseguraron que en el momento de contratar la operación no se plantearon otras alternativas. En la clínica no les presentaron los productos que se iban a colocar, ni tampoco se detalló el nombre del cirujano que realizaría la intervención. Ambas mujeres denunciaron también que en ningún momento la clínica les informó de que las prótesis mamarias podían moverse. De hecho, ningún responsable del centro les indicó que debían realizar revisiones, ni tampoco que las prótesis podrían sufrir cambios.

Sin embargo, en el año 2011, a través de los medios de comunicación, se enteraron que las autoridades sanitarias aconsejaban a todas las mujeres que se habían sometido a una operación de prótesis mamarias que comprobaran la procedencia del material que les habían colocado. Y se anunciaba que las pacientes que portaban el modelo conocido como Poly Implants Protheses (PIP) debían acudir a su cirujano para realizar radiografías y comprobar el estado de las prótesis. Lógicamente, si se habían roto, se debían someter a una nueva intervención para sustituir el producto de silicona.

Ambas mujeres se sometieron a una ecografía en una clínica de Palma. La prueba confirmó que el material de silicona se había roto y era necesario sustituirlo. La nueva operación se realizó en la misma clínica estética y por el mismo cirujano. La sustitución no fue gratuita. Cada paciente abonó 1.690 euros por la nueva operación.

Las afectadas denunciaron a la clínica por varios motivos, entre ellos, por colocarles un material defectuoso y, además, no informarles adecuadamente del peligro de dicho producto. El primer juez que estudió el caso rechazó la demanda, porque entendió que la clínica de estética no podía conocer la mala calidad de las prótesis, ya que este material había superado todos los controles administrativos.

Sin embargo, el tribunal de la Audiencia de Palma no llega a la misma conclusión. La Sala considera que en la clínica de estética no se facilitó a ninguna de las dos pacientes la información suficiente para conocer los riesgos que corrían al contratar esta operación.

Aunque no se plantea en ningún momento que las dos prótesis fueron correctamente colocadas por el cirujano, los jueces lo que cuestionan es que desde la clínica no se señalara a las mujeres que existía un riesgo de que el material podía romperse. Por ello, la Sala determina la responsabilidad de la clínica.

Además, se ha valorado el daño moral que ha sufrido, sobre todo, una de las mujeres, que tuvo que someterse a dos operaciones quirúrgicas más, al romperse el pecho de silicona. Daños que los jueces valoran en 4.000 euros, que es la indemnización que recibirá. La otra paciente, en cambio, recibirá una indemnización menor, que se establece en 1.690 euros, ya que solo tuvo que someterse a una única operación de sustitución. La cuantía coincide con el precio que tuvo que abonar para someterse a la nueva intervención, que se realizó en la misma clínica donde le facilitaron el material defectuoso.