El TIL era la clave de arco del mandato de Bauzá. Por tanto, el Govern ha sido declarado ilegal, TILegal o trilegal por las tres sentencias que anulan el Tratamiento Integrista de Lenguas. La reacción embravecida del ejecutivo ante su ridículo legislador no solo refrenda el escaso respeto que le merece el poder judicial, y que le impulsa a anular hoy al Tribunal Superior. El president está orgulloso además de llamar a la desobediencia de un Estatut que desprecia, y de seguir sembrando el odio entre sus ciudadanos. Siempre se ha sentido confortable en la ilegalidad, por eso la abrazó de modo deliberado con sus decretos contra la lengua propia de la comunidad que no reconoce. Ni la lengua ni la comunidad.

La semana pasada, Bauzá y Juana María Camps se negaban a acudir a la inauguración del curso de la Universitat, pese a un rectorado especialmente dócil hacia el PP. La justicia poética ha querido que la sentencia por triplicado obligue a los cultísimos gobernantes a recabar los preceptivos informes universitarios, antes de imponer sus caprichos lingüísticos.

El TIL es un calamitoso error provocado por el ejecutivo del PP. Ha sido anulado en el campo propio del Tribunal Superior después de haber recibido los avisos admonitorios del Consell Consultiu controlado por los populares, y de la propia UIB. Bauzá se saltó la legalidad con modos cuarteleros, se burló de los autos del TSJ que le imponían medidas cautelares y ahora remata el desvarío jactándose de desobedecer tres sentencias contra el criterio de padres, profesores y jueces.

La locuaz Núria Riera asegura que las tres sentencias no se oponen al trilingüismo. A la altura de su memorable "no hay que politizar las elecciones", equivale a sostener que una condena por asesinato no cuestiona la eficacia de la pistola, sino que solo afecta a la cuestión formal de su uso. El Govern decidió disparar contra los ciudadanos sin motivo. Quién apostaría en contra del trilingüismo, pero la comunidad de Madrid del PP introdujo el inglés curso a curso, frente al salvajismo exhibido por Bauzá porque su objetivo no era educativo sino militar.

A lomos de una ley nula, Bauzá lleva dos años predicando por las Españas que preside una comunidad de ignorantes incapaces de formarse adecuadamente y de catalanistas, que en su entonación rima con terroristas. Dado que comparte la primera cualidad, solo iba a curarles de la segunda, recetando dosis masivas de NoloTIL o NuloTIL. Desembarcó en el Govern para liquidar un idioma que, gracias a sus esfuerzos, ha logrado en Mallorca la denominación universal de catalán.

Nadie podrá acusar de catalanismo ni de hostilidad a una sala del Tribunal Superior que aplaudió por un voto la compatibilidad de Bauzá. Sin embargo, la triple sentencia no oculta la irracionalidad de un president que olvida la existencia de miembros del propio TSJ casados con docentes en huelga. Si juristas como el eminente Antonio Gómez o la consellera de vacaciones eternas en Menorca repararan mínimamente en la demografía, advertirían que los temibles profesores de Més tienen padres del PP. Al tildar a sus hijos de perniciosos gandules, el Govern se enemista con su electorado tradicional. De nuevo, innecesariamente, porque saldar las pulsiones freudianas de su president tiene un elevado coste.

La instigación del pánico no funciona, porque los diabólicos docentes han formado a los votantes que conceden al PP sus mayorías absolutas. Bauzá presume de no haberse reunido ni una sola vez con los profesores, y les reta desafiante en público a "que se presenten a las elecciones". A continuación, pierde dos de cada tres de sus sufragios en las europeas. La estrategia de la confrontación de un president que no sabe redactar ni un Decreto-Ley en condiciones desborda la grandilocuencia, para adentrarse en la astracanada donde se mueve con soltura.

El Govern que ayer presumía de instalarse en la ilegalidad pertenece al mismo PP que acusa a Artur Mas de rebelarse contra las decisiones judiciales. Sobre todo, los servicios legales del ejecutivo ridiculizados en tres sentencias han perseguido hasta la cárcel a 44 veinteañeros y adolescentes, por invadir ruidosamente la misma conselleria de Educación. Cuesta aceptar que los protagonistas de la algarada despreciaron la ley con más energía de la que despliega el Govern que hoy llama a la insumisión.

Si la situación legal del TIL se recrudece, Bauzá siempre puede refugiarse en que no asistió a los Consells de Govern donde se debatieron los decretos, visto que practica un absentismo laboral arbitrario que oculta a los ciudadanos, mientras descuenta el sueldo de los docentes en huelga. Ahora mismo ni siquiera puede volar a Madrid, la única referencia sagrada de su actividad política.

¿Cómo se desactiva una manifestación de cien mil personas? Hablando con seis de ellas. Bauzá ha ignorado los principios elementales de la supervivencia política, basada en la asimilación y el diálogo con los adversarios. Su desfachatez ha llegado al extremo de que los mismos jueces que le permitieron desafiar impunemente la ley se han sentido obligados a pararle los pies.