Los abusos sexuales a menores son de esas noticias que nadie quiere leer. De las que ponen los pelos de punta y hacen perder la fe en el género humano. Cuando el agresor sexual encima es alguien de la familia, incluso sus propios padres, el suceso se vuelve, si cabe, aún más terrorífico. Y en la mayoría de casos, los niños son víctimas de abuso por parte de algún pariente.

Según algunos estudios, eso sucede en el 95% de los casos. Tanto en la unidad de valoración del IMAS, el UVASI, como en la de tratamiento del Govern, el UTASI, se confirma que la mayoría de estas situaciones se dan en el entorno familiar. Así, de los 105 casos atendidos por la UTASI en 2013, el 63 % se produjeron en el ámbito familiar y el 43,41 % en el extrafamiliar. El porcentaje es similar al de 2012, cuando el 59,8 % de los casos ocurrieron dentro de la propia familia.

Vale la pena recordar que se entiende por abuso infantil todo acto sexual que se cometa con un menor, ya implique contacto físico o no (también es abuso obligarle a presenciar a dos adultos manteniendo relaciones, hacerle ver una película pornográfica...).

Familias que encubren

En estos casos, lograr que el menor explique lo que le está pasando puede ser aún más difícil. Si llega a hacerlo, los expertos señalan que pueden encontrarse con una dura e injusta reacción por parte de la su familia: que no le crea, que no le apoye o que le haga callar. Muchas familias encubren lo sucedido por vergüenza o porque creen que así protegen al menor de quedar etiquetado.

Desde entidades como la Red de Ayuda a Niños Abusados (RANA) siempre han defendido que esa postura es un error ya que el que tendría que esconder la cabeza es el agresor y en ningún caso la víctima. Entre las actividades llevadas a cabo por esta entidad para animar a los menores a romper su silencio está la lectura comentada de un cuento cuyo título ya da pistas de su objetivo: ¡Estela, grita muy fuerte! La web de RANA permite descargar este cuento de Isabel Olid a todos los interesados, además de todo un programa de actividades para llevar a cabo con los niños, para que estos puedan identificarse en diferentes situaciones de maltrato y abuso y aprendan a reaccionar.

La consellera Fernández y la presidenta del IMAS, Catalina Cirer, hicieron hincapié ayer en la necesidad de una mayor sensibilización social ante este tema. Y para lograr esa mayor concienciación es necesario empezar por aumentar la información y dar más visibilidad a esta realidad que nadie quiere ver, pero que está ahí. En este sentido tuvo su importante papel el documental Els monstres de ca meva, elaborado por Marta Hierro y Alberto Jarabo y con el sello de la producto Quindrop hace ya cuatro años y que a día de hoy sigue acumulando visitas (y desde casi todos los rincones del mundo9. En enero de este año llegó a superar las 65.000 visitas).

El documental se hila alrededor de la historia de Carmen Artero, una mujer catalana afincada en Mallorca que acoge en su hogar a menores que quedan en situación de desamparo por abuso, maltrato o negligencia. Además de explicar la experiencia vivida por Artero en su propia infancia, Els monstres de ca meva recoge la visión de expertos como psicólogos y neurólogos a testimonios en primera persona de víctimas de abuso.

Según explicaron a este diario, Hierro y Jarabo quedaron sorprendidos durante el rodaje al constatar que el abuso sexual es una problemática que afecta a mucha más gente de lo que parece. En el blog que se creó a raíz del documental, empezó a intervenir gente para contar sus experiencias y se creó una red de apoyo. Uno de los comentarios resume la importancia que tuvo para mucha gente este estreno: “Gracias, llevaba toda la vida callada”.