"Estoy aquí para cambiar las cosas (...). Elaboraré un plan forestal: no debemos permitir que vuelva suceder algo parecido al incendio de Eivissa". El president Bauzá vuelve a tropezar con sus palabras. Dos años después de pronunciarlas, le estallan en la cara: seguimos sin plan forestal, y 2013 pasará a la historia como el peor verano de fuegos en 30 años. A las 2.347 hectáreas de Andratx se suman entre 450 y 600 en Artá y su Cala Torta. Y eso son casi 3.000 hectáreas, muchísimas más que las 349 de aquel fuego de Eivissa (Benirrás, 2010) que Bauzá se creía capaz "no de evitar, que quizá era imposible, pero sí de reducir". Pues bien, solo el incendio de ayer quemó más que el de Benirrás. Y el de Andratx multiplicó por seis el fuego ibicenco. Aunque el president siempre puede alegar que no ha vuelto a suceder "algo parecido", porque lo ocurrido es muchísimo peor, como puede excusar que la promesa divina de gobernar sobre las llamas se limitaba a los fuegos de Eivissa, porque en Mallorca su exorcismo flamígero no funciona: ni con un socialista en el Govern hay precedente de 2.500 hectáreas quemadas en un verano. Para eso hay que remontarse a 1983, cuando ardieron 3.200.

Eran tiempos de pocos bomberos y menos tecnología. Desde entonces los recursos crecieron constantemente... hasta 2011. Con Bauzá, las empresas públicas de gestión forestal han perdido el 31% del presupuesto y el 24% de los trabajadores. Los equipos de extinción son los mismos, pero la plantilla tiene 128 efectivos menos (entre ellos 18 vigilantes, sustituidos por videocámaras). Y queda verano: otro incendio como el de Artà y Capdepera y se superaría el desastre de 1974, el peor año de la historia (3.400 hectáreas en llamas). Que Bauzá no lo permita.