­Del insoportable clima del Sáhara al suave sol de Mallorca. De la aridez del desierto a la humedad mediterránea. Casi un centenar de niños saharauis, 89 concretamente, dejan durante dos meses los campos de refugiados de Tindouf (Argelia) para pasar el verano en las islas. La oportunidad es posible gracias a las familias mallorquinas de acogida y a la iniciativa Vacances en Pau, promovida por la asociación Amics del Poble Saharaui.

Un año más, el aeropuerto de Son Sant Joan fue el escenario del emotivo encuentro entre los menores y sus familias de acogida. Algunas familias son ya veteranas, otras, sin embargo, se inician este año en esta experiencia. Entre los veteranos, está la familia que acoge a Alia. Para Miquel y Antònia es ya el tercer año y sólo pueden valorar la acogida como positiva. "Es positivo tanto para nosotros, como para ellos. Ellos tienen la posibilidad de vivir en un mundo distinto al suyo", afirma Miquel, quien explica que la iniciativa es una manera de "aportar un grano de arena y apoyar la causa".

Entre las familias novatas, las que este año se estrenan en la acogida, está la de Dekala. Sus padres de acogida, Antonia y Jaime, están a la expectativa, pero afrontan la experiencia con ilusión. Otros primerizos son Luis y Gabriela, padres de acogida de Dayalha, que se enteraron por el colegio de su hija de la iniciativa. "Es algo muy ilusionante, vas a dar dos meses de tu vida a alguien que lo necesita. Es una experiencia positiva para los dos", reflexiona Gabriela. Otros novatos son Manuel y David, que acogerán a Braki. Una amiga les aconsejó participar y se animaron "para darle lo que allí no tienen", como relata David.

Las carencias en el campamento de refugiados son acusadas. Catalina Rosselló es quien lidera la iniciativa desde Amics del Poble Saharaui y describe las condiciones precarias y la crisis humanitaria que se vive en los campamentos. Rosselló habla de los graves problemas alimenticios y la desnutrición que sufren estos niños. Las deplorables condiciones higiénicas se ejemplifican con parásitos, infecciones bucales o incluso problemas renales, debido al consumo de agua en mal estado. Los menores también presentan pérdida de visión debido a las condiciones del desierto. Por ello, durante su estancia en Balears los niños pasan revisiones médicas, son vacunados y reciben la alimentación de la que allí no pueden disfrutar. "Aquí el niño se pone hecho un toro, se trata de una puesta a punto", explica Amelia, quien, con su marido Javier, acoge por cuarto año a Hamdi. Con eso, la acogida cumple con uno de los dos objetivos que marca Rosselló, el humanitario. El otro objetivo marcado es el político. "Los niños son los mejores embajadores de su pueblo, y su estancia aquí, la mejor manera de conocer cuál es el conflicto", explica la promotora.

Entre las familias, algunas caras conocidas. Es el caso de Francina Armengol. Para la líder de los socialistas en Balears, y también para su hermana Maria Magdalena, este es su cuarto año tomando parte en la iniciativa. Armengol será la familia de acogida de Safia y Salek, y su hermana, de Leila. Como el resto de las familias, valora la experiencia "muy positivamente" y destaca especialmente la tarea de "concienciar a la ciudadanía" de las reivindicaciones del pueblo saharaui. Explica que se ha desplazado en dos ocasiones a los campamentos de los que proceden los niños para conocer la situación de primera mano y describe las lamentables condiciones que encontró.

Respecto al año pasado, se han sumado a la iniciativa 24 familias nuevas, y en esta ocasión se contaba con 20 acogidos más. Sin embargo, como ocurrió en otros años, algunos niños no han llegado finalmente a Balears. En total, y sin circunstancias concretas, son seis los niños con los que en el último momento no se ha contado. Las familias quedan destrozadas al saberlo. Gustavo Ferradas, voluntario de la iniciativa, lamenta que estas bajas suelan darse a última hora sin que se pueda reaccionar, y lo atribuye al miedo que sufren algunos menores a la hora de abandonar el campamento. "Nos gustaría poder hacer algo, porque es un palo para las familias, pero no podemos hacer nada", confiesa Ferradas.

Un año más, los niños serán embajadores de su pueblo y disfrutarán de las condiciones de un mundo distinto al suyo.