Diego Torres tiene en sus manos el próximo 16 de febrero, día en que ha sido citado a declarar por el juez José Castro, la posibilidad de apuntillar procesalmente a Iñaki Urdangarin.

De momento, el antiguo socio y profesor del duque de Palma ha enseñado parte de sus bazas ocultas: unos cuarenta correos electrónicos donde se demuestra que el yerno del rey no se apartó, como tiene declarado, de Nóos en abril del 2006, sino que siguió varios años más vinculado a aquella supuesta tapadera.

En estos mensajes también se menciona al rey, la infanta cristina, y dos altos cargos de la casa real en relación a negocios y proyectos -como la creación de un segundo equipo español en la Copa de América- auspiciados por Urdangarin y sus socios.

Hoy por hoy, y en pleno final de la instrucción del caso Nóos, no parece que Torres vaya a tirar en serio de la manta.

Su hipotética confesión le pondría en mayores apuros. También impediría la exculpación de su esposa, Ana María Tejeiro, la exnúmero tres del presunto entramado.

Torres, empero, juega una partida paralela a la procesal: en el juzgado dice que no se cometieron delitos con Nóos, pero con sus correos implica sin piedad a Urdangarin en el caso.

Mientras tanto, el duque de Palma insiste en su inocencia y en la bondad de sus actos. Urdangarin ha tenido suerte con la opacidad bancaria suiza, pero no ha hallado clemencia con los informes de la Agencia Tributaria. El 23 de febrero pasará otro mal trago ante un juez y un fiscal que nunca descansan.