"Había nacido para intentarlo incorregiblemente y fracasar irremisiblemente: para ser siempre, en suma, eternamente derrotado y no darse cuenta nunca". La frase lapidaria la escribió Henry James (Nueva York,1843€Londres, 1916) en su novela corta Los periódicos. Retrataba a un personaje obsesionado por el reconocimiento del público. Todos tenemos una lista de políticos a quienes podría aplicarse la sentencia del escritor norteamericano nacionalizado británico. Pero hoy toca hablar de una variante: la del triunfador más allá de sus propias expectativas, que no está dispuesto a pasar dócilmente de la victoria al fracaso y del descalabro a la crítica de los mismos ciudadanos que le encumbraron. Se trata, en definitiva, de José Ramón Bauzá.

El síndrome de La Moncloa es la forma con la que se conoce en España el aislamiento en el que se sumergen los gobernantes después de alcanzar el poder. La realidad deja de inmutarles o emocionarles. Pierden incluso la capacidad para reaccionar ante acontecimientos que les superan. Le pasó a González con la corrupción, a Aznar con la guerra de Irak y los atentados del11-M y a Zapatero con la crisis. En estas difíciles circunstancias sus asesores más próximos crean una escena fantasiosa, pero que se adecua a las ideas y objetivos del líder. La culpa pasa a ser del resto del mundo si los hechos no se adaptan al deseo presidencial.

El 5 de agosto, Francisca Ramis, gerente del SOIB, declaró en Diario de Mallorca que a sus oficinas "llega un tanto por ciento bastante elevado de gente sin ganas de trabajar, solo viene para cobrar la prestación de los 400 euros y te lo dicen, que solo quieren el dinero, y que no les marques ningún itinerario (para encontrar empleo) ni nada". Las frases de su subordinada debieron resultar inspiradoras para el president. El 17 de agosto proclamó que en Balears se dan casos de personas que se apuntan a las listas del Inem "esperando que no las llamen a trabajar" porque su único objetivo es cobrar una subvención. Debe ser cierto, pero no es general ni describe la dramática realidad del paro.

Se acabó el desempleado bueno. El parado de Llucmajor €nunca sabremos por qué no se escogió al de Valldemossa, que además es bilingüe€ con el que se reunió el candidato Bauzá el 13 de mayo de 2011 ya no inspira ternura ni se le escucha ni se le dan unas palmaditas de ánimo. Antes y ahora fue símbolo para Bauzá. Ayer de compromiso contra el paro. Hoy de esos indeseables sociales que no quieren trabajar. Lejos quedan las palabras del president electo pronunciadas 23 de mayo de 2011, el día después del veredicto de las urnas: "Soy consciente de que si no baja el paro será responsabilidad mía".

¿Qué ha cambiado en poco más de un año? Solamente que la realidad no se ha ajustado a los deseos del líder. Cuando llegó al poder, la Encuesta de Población Activa cifraba en 111.500 el número de parados en Balears. Doce meses después la misma fuente los sitúa en 130.100. La tasa de desempleados ha pasado del 19,48% al 21,27%. Si optamos por otra estadística, la de demandantes de empleo inscritos en las oficinas del Inem, el dato ha pasado de 70.980 a 75.254. Si le tomamos la palabra a Bauzá, es responsable de 18.600 desempleados más y de 4.274 nuevos alineados en las colas de las oficinas de desempleo.

Y, sin embargo, no es del todo cierto. Ni el Bauzá candidato era el redentor que muchos esperaban ni el Bauzá president es el ángel exterminador. Los arcanos de la economía son mucho más complejos y no pasan por las manos del presidente de una pequeña autonomía. El problema es que se creyó el primero de los papeles €el de salvador€, pero jamás aceptará el segundo. Él no está equivocado, las política económicas que se adoptan son las correctas y su equipo es el mejor del mundo, aunque nunca a la altura del líder. Por eso afirma que los culpables son los parados, que no quieren trabajar y que solo aspiran a cobrar la subvención. Es el síndrome de La Moncloa. El que hizo perder el sentido de la realidad a Suárez, González, Aznar y Zapatero. Tiene una traslación regional, el síndrome del Consolat, y se ha apoderado de Bauzá en apenas un año de gobierno.