Jaume Bonet, maestro jubilado de la asociación Jubilats per Mallorca, cumplió ayer diecinueve días en huelga de hambre para defender la lengua propia de las islas ante lo que considera un ataque frontal por parte del Govern Bauzá sustanciado en la nueva ley de Función Pública que valorará el catalán como un mérito más que como un requisito para acceder a un empleo público en esta comunidad.

Y estos diecinueve días de ayuno le han pasado factura. Ha perdido veinte kilos de peso y se encuentra con el "corazón cansado, pero con la moral alta".

Confiesa que se pasa la mayor parte del día tumbado en la cama para economizar energías, conversando con la gente que se acerca por Can Alcover para animarle y navegando por internet. "Aunque el ordenador lo uso ahora menos porque cada vez me canso más", admite.

Este profesor jubilado emplaza a todo el mundo que ame su lengua a que acuda el próximo domingo a la manifestación convocada por la Obra Cultural Balear en defensa del idioma propio de las islas, una lengua que asegura que está en peligro por las acciones de "José Ramón Bauzá y de su asesor directo, Carlos Delgado. Estamos ante una ofensiva sin precedentes contra las modalidades isleñas del catalán orquestada por la Fundación FAES del ex presidente Aznar y su extensión en el archipiélago, el Círculo Balear. Y el ejecutor de esta ofensiva no es otro que el president Bauzá y la ideología neofranquista en la que se ha instalado la cúpula del PP".

Jubilats per Mallorca esperaba que la modificación de la Ley de Función Pública se hiciera mediante un decreto-ley, cuya tramitación se alarga un mes, por lo que querían seguir en huelga de hambre cuando fuera aprobado en el Parlament. No obstante, el Ejecutivo ha decidido tramitarlo como un proyecto de ley, por lo que todo el proceso se alargará entre tres y cuatro meses. Por ello, la junta directiva de esta asociación decidirá el próximo domingo si continúan con la huelga de hambre. En cualquier caso, Bonet se muestra esperanzado porque así sea y su sustituto, Tomeu Amengual, confiesa que someterse a un ayuno voluntario "es algo que me supera. Ya he empezado a beber más agua y a eliminar algunos cafés y cervezas para ir acostumbrando al organismo".