Los orígenes de Bodegas Suau dan como para hacer una película, con un marino aventurero, viajes al Caribe colonial, un gran amor y la alquimia de los destilados. El capitán Suau, al mando en el barco El Mallorquín, montó allá por 1830 en Cuba un negocio de anisados y otros productos típicos del Caribe incluyendo, por supuesto, el ron. Sus productos empezaron a venderse por toda la zona. En una de sus recaladas en Mallorca se enamoró de la hija de un mallorquín. Los padres de la joven no querían tenerla lejos, así que le dieron dos opciones al capitán: o el mar y su negocio en Cuba o su hija. El amor triunfó, Suau eligió a la hija y en 1851 hizo el traslado a una fábrica en el centro de Palma, donde instaló las barricas y el alambique que ya usaba en Cuba. En 1950 se mudaron a una antigua harinera en el Pont d´Inca, un edificio emblemático, catalogado y protegido, con túneles subterráneos y una chimenea perfectamente conservada.

Juana Ana Barceló defiende la tradición de su empresa, de la que actualmente también son socios la familia Mora y Ángel Zuasti.