Los empresarios mallorquines dependientes del turismo británico se han visto sobresaltados por los derroteros que ha tomado la política en el Reino Unido. El primer ministro, David Cameron, ejecutó el pasado martes el mayor recorte del gasto público que recuerda el país desde la II Guerra Mundial. Medio millón de trabajadores del sector público perderán su puesto de trabajo, las ayudas sociales se reducirán en 19.000 millones de libras, crecerán las tasas universitarias y hasta el ejército se desprenderá de efectivos militares y humanos.

El presidente de la asociación hotelera de Santa Ponça, Antoni Roses, es quien mejor encarna la preocupación del sector. "La noticia es negativa porque contribuye a generar un clima de frustración. A esta circunstancia cabe unir el deterioro de la economía irlandesa, de donde también recibimos clientes", abunda. Su homólogo de la asociación de Palmanova Magaluf, Sebastià Darder, comparte el diagnóstico, a falta de conocer la letra pequeña de las medidas adoptadas por Cameron y su canciller del Exchequer y responsable del Tesoro, George Osborne.

La analista de la Oficina Española de Turismo (OET) en Londres, Carmen Hernández, sostiene que el tijeretazo "no es determinante" porque la situación "ya era complicada; no están peor que ayer". Acaso, "confirma la incertidumbre" reinante, detalla Carmen Hernández. Pero si la crisis amedrenta a los turistas, "más alarman" la quiebras de agencias de viaje que han dado al traste con las vacaciones y los ahorros de muchos usuarios, puntualiza la experta. En Mallorca se han visto afectados los hoteleros y clientes que recurrieron a los servicios de los intermediarios como Sun4u, Travel Club of Upminster, Validcraft o Slattery´s Travel. Por este motivo, explica Carmen Hernández, las grandes compañías han intentado contrarrestar este recelo con seguros especiales. "Thomas Cook devuelve el dinero a sus clientes si entre la contratación y la salida pierden el empleo. Medidas de este tipo han ayudado a dinamizar el sector", precisa la analista de la OET dependiente del Gobierno español.

El Ejecutivo balear, a través de su director general de Desarrollo Turístico, Antoni Munar, quita hierro al abatimiento que invade las islas bañadas por el océano Atlántico y el mar del Norte. "Viajar se ha convertido en una necesidad básica. Hace cinco años también pasamos por una depresión y el volumen de movimientos no se vio afectado sensiblemente", matiza.

El presidente de la Cámara de Comercio de Mallorca, Joan Gual de Torrella, y la presidenta de la asociación de hoteleros de Alcúdia y Can Picafort, Margalida Socias, comparten el mimo análisis. A corto plazo, argumentan, puede notarse, pero a la larga implica un saneamiento de su economía. Socias equipara la intervención de Cameron con la drástica receta adoptada por Angela Merkel en Alemania, que contribuyó a resucitar la economía de su país –crecen a un ritmo del 3,4%–. Gual de Torrella considera que los recortes sociales de David Cameron sacudirán, sobre todo, al turismo de "nivel bajo".

Los viajeros anglosajones han perdido peso en la tarta de visitantes que llegan a Balears. En 1985 representaban al 39% de los turistas extranjeros, frente al 31% de los alemanes. En 1998 ya se había invertido la tortilla. Componían el 36% del total mientras los germanos, el 40%. En los primeros ocho meses de este año sólo suponen el 25%, con lo que se impone el monocultivo alemán (48,7%). De enero agosto llegaron 2.123.149 británicos, un -4,6% menos que en el mismo periodo del año anterior. Los teutones avanzan un 2%.