Naomi Campbell lo hizo. Agredió a una empleada tirándole el móvil a la cabeza y fue condenada a realizar cinco días de trabajo en beneficio de la comunidad. Le tocó cambiar pasarela y tacones por botas y mono de faena para limpiar el almacén del Servicio Sanitario de Nueva York. Hasta hace bien poco esto de los trabajos comunitarios sonaba muy yanki, parecía que se circunscribía a esas imágenes de las películas en las que jovencitos alocados, vestidos con chalecos reflectantes o monos naranja, se dedicaban a limpiar de basura los arcenes de una carretera. Al final, el jovencito acababa entendiendo que lo había hecho mal y aprendía la lección gracias a su esfuerzo e iba a Harvard.

Las películas simplifican la compleja realidad de los trabajos en beneficio de la comunidad, una realidad que cada vez está más presente en nuestro país debido a las reformas de los códigos penales, por delitos contra la seguridad vial y también por casos de violencia doméstica (los más leves). Según figura en el artículo 49 del Código Penal estos trabajos nunca estarán remunerados, deben tener una duración entre cuatro y ocho horas diarias, y han de centrarse en labores de reparación de los daños causados o de apoyo y asistencia a otras personas. Estas tareas las realizan tanto menores como adultos, tanto ricos como pobres, y el objetivo es el mismo: reinserción.

En España es famosa la labor del juez de menores de Granada, Emilio Calatayud y sus tareas ejemplarizantes. Por ejemplo, a una niña que pegó a otra porque "le miró mal", la condenó a 50 horas limpiando espejos.

Normalmente, sustituyen a una pena de prisión y su filosofía, como explicaba Felipa Solís, directora del Centro de Inserción Social, va mucho más allá de una multa. Y es que si la gente vela por algo más que su dinero, quizás sea por su tiempo y a qué dedica su esfuerzo. El espíritu de estos trabajos es "la reinserción" a través de horas de esfuerzo, intentando compensar a la sociedad el mal causado. Pero claro, no es algo fácil de organizar porque implica a muchísimos organismos.

Limpiar jardines, realizar tareas de mantenimiento o incluso labores de acompañamiento a personas mayores. Esos son los trabajos más frecuentes en Balears, según Solís, quien señala que tienen convenios con varios ayuntamientos de la isla, con asociaciones de vecinos (por ejemplo la de El Molinar) y con ONG de relevancia como Cruz Roja. "Estamos estableciendo contactos", indica la directora del CIS, quien asegura que ya tienen convenios o están a punto de firmarlos con todos los ayuntamientos mallorquines.

Según Solís, los planes de TBC se diseñan con los sentenciados mirando las horas de trabajo, la zona de residencia, su perfil, los convenios firmados con las diferentes instituciones y las plazas disponibles. Una vez realizado, se envía a Vigilancia Penitenciaria para que lo apruebe. Vuelve al CIS y ya puede comenzar a aplicarse. "Es un proceso complejo".