Ni trajes, ni bolsos Louis Vuitton. Ni siquiera el clásico jamón. Lo máximo que los políticos de Balears reconocen haber aceptado en función de sus cargos son los típicos regalos de cortesía: productos gastronómicos, vinos y cava en navidades, libros y alguna litografía. La mayoría de los consultados por DIARIO de MALLORCA sostiene que nunca se le ha ofrecido un obsequio que considerara que no debía aceptar por exceder a todas luces lo que es un simple detalle. Las excepciones son las del senador Pere Sampol (PSM) y el conseller de Turismo, Miquel Nadal (UM), que devolvieron un costoso reloj Cartier a un empresario. Francesc Fiol, actual portavoz parlamentario del PP y conseller del anterior Govern presidido por Jaume Matas, deja en el aire la respuesta: "No contestaré a esa pregunta. Simplemente diré que yo sólo he aceptado obsequios que estuvieran dentro de lo que es la simple cortesía y con eso ya lo digo todo".

Todos aseguran que los obsequios que en realidad son para la institución a la que representan, aunque se los entreguen a ellos, se quedan en la propia institución, así como libros y otros detalles, salvo que estén dedicados específicamente. "Es evidente que si envían un cuadro es para el Parlament, pero una pequeña plaquita con mi nombre, no tiene sentido dejarlo", precisa la presidenta de la Cámara balear, Maria Antònia Munar.

Corbatas, llaveros, pequeños objetos de decoración y sobre todo libros son los obsequios que habitualmente recibe el president del Govern, Francesc Antich. El jefe del Ejecutivo asegura que jamás ha recibido nada "ostentoso" y que el objeto que más ilusión le ha hecho, como buen amante de la vida agrícola, fue un libro con distintos tipos de higueras. También libros y productos gastronómicos son los regalos habituales que asegura recibir la consellera de Trabajo y portavoz del Govern, Joana Barceló. "Cuando era presidenta del Consell de Menorca me enviaban en navidades las típicas cestas con productos gastronómicos, que yo repartía entre la gente de la institución insular. En la conselleria de Trabajo aún recibo menos", afirma.

Maria Antònia Munar ha sido a lo largo de su carrera política desde consellera del Govern de Gabriel Cañellas a presidenta del Consell de Mallorca, además de alcaldesa de Costitx. "En estos años se ha producido una feminización con los obsequios. Cuando era consellera de Cultura con Cañellas, la mayoría de los detalles que mandaban eran bastante masculinos, como por ejemplo camisetas de tallas XL", recuerda. Al igual que el resto de los políticos, asegura que la mayor parte de los obsequios que recibe son libros y, en navidades, productos típicos. "El que recuerdo con más cariño es un poncho que me regalaron unos indios mapuches que visitaron Mallorca a través del Fons Mallorquí de Solidaritat cuando era presidenta del Consell", asegura.

A Miquel Nadal, el obsequio que más le gusta de los que ha recibido por su cargo ha sido una corbata que le dio el secretario de Estado Turismo, Joan Mesquida. Y el que más le ha incomodado, un reloj Cartier. "No sé cuanto valía, pero desde luego se salía de lo normal. Era el típico regalo, de un empresario, que podía malinterpretarse y lo devolví de inmediato", explica. Si es el mismo reloj que recibió Sampol, siendo vicepresidente del Govern del primer Pacto de Progreso, el coste ascendía a 700.000 de las antiguas pesetas. "Cuando lo recibí me quedé sorprendido y le dije a mi mujer que mirara el precio. Evidentemente lo devolví y el empresario que me lo había regalado se disculpó de una manera muy sincera. No creo que estuviera en su intención comprarme", relata el senador.

La alcaldesa de Palma, Aina Calvo, dice que por lo general los obsequios que recibe tienen un carácter de "atención protocolaria", aunque reconoce que en alguna ocasión ha devuelto alguno que, a su juicio, excedía esta característica y que prefiere no desvelar. A Calvo le hace especial ilusión los detalles de los ciudadanos de calle, como unas trufas caseras que le envió una señora. Los productos gastronómicos que la alcaldesa recibe en navidades los envía al albergue de transeúntes. Otros políticos reparten el contenido de las típicas cestas navideñas con sus colaboradores.

El alcalde de Inca y vicepresidente segundo del Parlament, Pere Rotger, fue presidente de la Cámara balear en la pasada legislatura y afirma que recibe "más detalles" como primer edil, aunque insiste en que ninguno es desmesurado: "Lo más caro ha sido seis botellas de Möet Chandon". En navidades le entregan desde "alguna lechona a la típica caja de vinos" y lo que sí le sale gratis casi siempre son los zapatos. "Me regalan zapatos de fábrica, de Inca, pero es que antes de entrar en política también porque yo he estado 25 años en el sector del calzado", admite.

Rotger es de los que considera que "estaría bien que se estableciera una norma que marcase un máximo de lo que un político puede recibir". Sampol comparte la misma opinión. El Código Penal contempla el delito de cohecho impropio, es decir, aquel en el que incurre un cargo político que acepta regalos aunque no exista a cambio una contraprestación. "Está claro que todos sabemos qué es y qué no es admisible, pero es evidente que no todos tenemos la misma escala de valores por lo que las instituciones deberían regular y marcar unos límites" , dice Sampol. Agrega que la relevancia no está sólo en el coste de los obsequios, sino "en la procedencia de quién los ofrece" ya que "no es lo mismo el típico regalo que la dádiva que alguien utiliza para lograr algún contrato". Otros, como Munar o Francesc Fiol consideran que no tiene mucho sentido una regulación. "Todos sabemos cuando intentan corromperte y el mejor límite es el sentido común", dice Fiol. Para Munar, "es una cuestión de ética personal y el que no la tenga, por muchas normas que se aprueben, recibirá y aceptará regalos que no debería"