Mariano Rajoy se siente "baqueteado", y ansioso de que "llegue agosto para irme a Galicia", a escasos minutos de su intervención ante el congreso del PP balear. Desde el hotel Arabella donde se aloja, repasa el carrusel de cumbres regionales de su partido en lontananza. Investido de nuevo de calma y sentido común, promete mejorar para que la presidencia del Gobierno caiga a la tercera como fruta madura.

-Su paisano Camilo José Cela usaba el lema "el que resiste, gana". ¿Ha aplicado usted este principio, para seguir en la presidencia del PP?

-Gana el que resiste, tiene convicciones, una idea de lo que hay que hacer y se busca los apoyos.

-¿Estaba planificada la sucesión de declaraciones y abandonos del PP en su contra?

-No lo puedo probar. Puedo tener mi impresión pero, todo lo que no puede demostrarse...

-No había un rival definido por la presidencia del PP, ¿contra quién combatía usted?

-Ese era mi problema, no tenía a quién enfrentarme. Frente a alguien concreto puedes debatir, en caso contrario es más difícil. En Balears y en Cataluña hay dos listas. Yo he combatido contra mucha gente, pero sobre todo a favor de mucha gente.

-¿Lo vio todo perdido?

-Nunca, por sorprendente que a usted le pueda parecer, y le voy a explicar por qué. En esta etapa, que no ha sido fácil y todo el mundo lo sabe, he visto la condición humana. Aparte de ver cosas que no me gustaría volver a ver, también la fortaleza y las convicciones de mucha gente. Me siento ahora más obligado con mi partido que antes. Haré lo imposible para dar la talla.

-¿Qué no le gustaría volver a ver?

-Ni la intolerancia ni los dogmatismos. Todos tenemos ideas y principios, yo también, pero la vida requiere escuchar a los demás, darse cuenta de que hay gente que puede pensar de forma diferente, no creerte en la posesión absoluta de la verdad.

-Su valoración personal mejora en los sondeos. ¿Puede haberle favorecido la dureza que ha exhibido?

-No lo sé. Sólo le diré una cosa, tengo 53 años, llevo muchos en la vida política y todo el mundo sabe más o menos lo que pienso. Voy a ceñirme a mi programa electoral, pero estoy en condiciones de representar a más españoles que no nos han votado porque no han querido. Les digo que aquí hay una persona independiente.

-¿Por qué no les han votado los cientos de miles de españoles que han privado al PP de la victoria?

-Es difícil saberlo. Muchos no están de acuerdo con nuestras ideas, pero hay mucha gente en la sociedad española que puede cambiar su voto y sus posiciones, ¿no?.

-¿Han calculado ustedes cuántos son?

-Es muy difícil. Sólo conseguiríamos hacer quinielas, pero quiero decir a esa gente que puedo hacer las cosas mejor que quienes gobiernan. Les pido que me escuchen.

-¿Puede hacerlo mejor que los que están gobernando, y también mejor que usted en otras etapas?

-Una persona que no intente ser mejor a lo largo de todos los días de su vida está muerta, al menos intelectualmente. Por lo tanto, voy a intentar ser mejor.

-En el aniversario de las autonómicas, dijo usted que "necesitamos doce millones de votos". ¿Anteponer los apoyos a las ideas no es una inversión de valores?

-En absoluto. En el congreso de Valencia dije a la gente que íbamos a ganar por defender nuestros principios. Con ellos, pueden votarnos muchos más españoles.

-¿Hasta llegar a los doce millones?

-Doce o los que sean necesarios para ganar en cada momento. Esta vez hemos obtenido el segundo mejor resultado de nuestra historia, como en el 2000, y no ganamos. El primer deseo de quienes nos han votado es ser más.

-¿Usted también ha tenido que prescindir de Raúl, como Luis Aragonés?

-No he tenido que hacerlo. En cualquier caso, si yo hubiera tenido que prescindir de Raúl, y el resultado fuera el de Luis, dígame dónde he de firmar.

-¿Ha aprendido algo de la selección en la Eurocopa, en términos de liderazgo?

-Sí, sí. El PP es un equipo con espíritu de sacrificio. Ha ganado elecciones en ocasiones, en otras ha quedado cerca como en Balears, donde se le ha privado de la posibilidad de gobernar. Hemos de crear buen ambiente, convencer a más españoles de que lo que creemos es bueno para ellos, incorporar gente con coraje. Estoy orgulloso y satisfecho de mi equipo.

-Si es su primer equipo auténtico, ¿eso significa que en la anterior legislatura estuvo maniatado por Aznar?

-No estuve maniatado. Eran otras circunstancias, acabábamos de salir del Gobierno.

- Si los votantes perciben ahora una ruptura, es porque vieron continuidad con Aznar.

-No me gusta hacer revoluciones. No se ganan amigos por vía de sustitución, sino de ampliación. En el equipo más cercano está Javier Arenas, que fue ministro. Soraya tiene 37 años, pero lleva ocho años trabajando conmigo. En el Senado está Pío García Escudero, un veterano de toda la vida. Hemos hecho una cosa sensata, moderada, equilibrada. No ha sido fácil.

-Zapatero sostiene que la guerra de las banderas ha sido sustituida por la guerra de las lenguas.

-Lo triste es que en España discutamos de naciones, de estatutos, de banderas o de idiomas. Hoy, si hubiera un mínimo de responsabilidad en quien afronta el Gobierno, aquí sólo se debería estar hablando de la crisis económica, y de qué hay que hacer para abordarla. Dicho esto, creo en la libertad. No voy contra ningún idioma. Soy gallego, una parte de mi familia ha hablado siempre en gallego, y nos hemos entendido sin ningún problema. Tengo dos hijos, y no me gusta que la administración me diga cómo tengo que educarles. Reivindico esa libertad para todos los ciudadanos.

-¿Esa libertad no existe hoy en España?

-No. En España hay muchos sitios donde ya no se puede estudiar en castellano. No me parece justo. Es la lengua común y la segunda lengua del mundo, sólo superada por el inglés y si excluimos el chino, que sólo se habla en China.

-¿Firmaría el Manifiesto por la Lengua?

-Sí, lo firmaría.

-Usted abordó en campaña la crisis económica y la inmigración, hoy claves. ¿Por qué los ciudadanos no le votaron para que pilotara esa política?

-Es difícil saberlo. Sobre todo en algunas zonas no nos votaron. Celebro que el Gobierno rectifique en esos temas, tengo la sensación de que su discurso es el nuestro. Quiero ver lo que hacen luego.

-¿En Euskadi, Cataluña o Balears no se garantiza hoy la libertad?

-En el País Vasco han anunciado una norma por la que toda la enseñanza es en vasco. Me parece un disparate. Entre otras cosas quien vaya allí con un hijo de nueve años -yo tengo uno- se encontrará con un problema serio. Le estamos haciendo un flaco favor a muchos niños.

-En Balears, el aparato de normalización lingüística es obra del PP.

-Será así, pero liquidar el idioma de todos es una injusticia. Si yo vengo a vivir aquí, ¿por qué mi hijo no puede estudiar en castellano si estamos en España?

-¿Con cuánta antelación decide usted que Dolores Cospedal será la nueva secretaria general del PP?

-Lo anuncié el jueves anterior al congreso de Valencia, y se lo había dicho a ella en la víspera. Yo lo decidí tres o cuatro días después de las elecciones de marzo.

-Entonces debía reírse íntimamente, al leer las quinielas al respecto.

-No hay que darle demasiada importancia, ahora estamos discutiendo si el entrenador de la selección es Del Bosque o no.

-¿Se sintió obligado a nombrar una secretaria general, a la vista de un Gobierno con mayoría de mujeres?

-Le doy mi palabra de honor de que no. He nombrado a Cospedal por su capacidad, y creo que he acertado.

-Usted practica la paridad, pero su partido recurrió las listas paritarias.

-Sí, bueno. Cuando yo estaba en el Gobierno se publicó una curiosa noticia, según la cual el ministerio que yo dirigía era el que tenía más mujeres. Ni me había enterado.

-¿Decaerá el recurso contra las bodas homosexuales?

-No, lo voy a dejar como está.

-Las encuestas confirman a Gallardón como el mejor candidato del PP.

-Es la vida misma. Lógicamente si uno está en la oposición asume un papel más incómodo, porque es el crítico. Cuando yo estaba en el Gobierno, tenía una gran valoración. No hay que darle más importancia.

-¿Quiere decir que usted está más expuesto que un alcalde o presidente de comunidad?

-Claro, porque el de la oposición es un tipo que está chinchando.

-¿Siente el vértigo de la última oportunidad, de que se lo juega todo al 2012?

-No, porque yo a fin de cuentas soy de Pontevedra. He vivido allí toda mi vida y tengo una carrera política, con la conciencia tranquila. Sin embargo, tengo ilusión por ser presidente de Gobierno.

-¿Le han desconcertado los ataques de grupos mediáticos y periodistas afines?

-Puedo presumir de pocas cosas, pero una es que yo no me pongo a la orden de ningún medio de comunicación, ni de presión, ni de ninguna constructora, ni de nadie. Procuro estar a la orden del señor que está en indefensión. Probablemente así me va.

-Cuando estalla el ´caso Andratx´, utiliza usted un contundente "chorizos", ¿le preocupa que en Balears haya hasta medio centenar de imputados del PP?

-Hombre, medio centenar me parecen... Me avergüenzo cuando ocurre un caso. He dado orden en el partido para que cada vez que un señor aparezca imputado en una cosa de éstas, se vaya a la calle. No nos han dado su confianza para que haya quienes se dediquen a esto.

-¿Le sorprendió que Jaume Matas pusiera mar de por medio, y se fuera a Estados Unidos?

-Pues sí, me pareció muy precipitado.

-A diferencia de Cataluña, la dirección del PP ha tenido una postura abstencionista en el congreso regional de Balears.

-Aquí no hemos participado nada. Había dos personas con algunas diferencias ideológicas y nadie nos pidió que interviniéramos, ni el señor Delgado ni Rosa Estarás. En Cataluña había mucha tensión, mediamos a favor de la integración.

-¿Sus ministros llevarán corbata?

-Eso de Sebastián y Bono es una broma. A nadie le apetece ir de corbata, pero cuando estás en las Cortes hay que llevarla. Es el mismo ministro que dice que sube la tarifa de la luz entre un once y un trece para limitar el consumo. Pues bien, que suba todos los precios y nadie consumirá nada.

-¿Veremos a un Rajoy sin barba?

-Me dejé barba en 1979, porque tuve un accidente de coche y me partí la cara en el sentido literal de la expresión. Tengo cicatrices por todo. No en la barba pero, como estaba hecho un cristo, no me afeité. Desde entonces sólo lo hice una vez en verano de 1996, durante una semana de vacaciones cuando acababa de ser ministro. La pinta era de tal calibre, que decidí mantener esto que usted ve ahora. No genera entusiasmos, pero es al menos razonable.