La valoración que las encuestas dan a los candidatos no son un pasaporte al éxito. Recurramos a la hemeroteca del 20-D: "Antoni Verger y Jaume Font son los candidatos más valorados. Y Mateo Isern, el más conocido", tituló Diario de Mallorca, recogiendo los datos del barómetro electoral de Gadeso. La comparación tras las elecciones fue un parte de bajas. Ni Verger ni Font consiguieron escaño, pese al aprecio que gran parte de los encuestados les profesaron durante la campaña. Y antes de que se iniciara la carrera del 26-J, Mateo Isern renunció a encabezar las listas del PP balear al Congreso. Con lo que cabe concluir que la alta valoración es el gafe del candidato. Los ciudadanos están dispuestos a besarlos por la calle, pero no a darles el voto. Si de las últimas generales pasamos a las autonómicas de mayo de 2015, el infortunio del más valorado se repite con igual fuerza, e incluso con protagonistas repetidos. En aquella ocasión el barómetro electoral convirtió a Biel Barceló en el político más valorado y honrado y a Font en el político más cercano, títulos honoríficos de la mala suerte. Barceló no se convirtió en president del Govern del nuevo Pacto pese a las opciones que tuvo durante la negociación. Y Font consiguió un buen resultado para el Pi, pero insuficiente para ser decisivo en el Parlament. Mucho gafe.
