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Ciutadans es una bendición

Ciutadans es una bendición

El partido que en Mallorca da más miedo a quienes le votan es el PP. El partido que da más miedo a quienes no le votan es Ciutadans, porque los progresistas han dictaminado que el filólogo Xavier Pericay supone una amenaza diabólica por encima de la Junta hotelera en pleno. Esta distorsión revela ignorancia, dado que el sondeo del CIS demuestra que los populares acumulan el mayor rechazo de la población de Balears, en el extremo opuesto de la corriente de simpatía generada por la formación de Albert Rivera.

Hablo con personas de izquierdas esporádicamente. No es el mejor momento del día, pero alguien tiene que hacerlo. Contemplan la previsible entrada de Ciutadans en las instituciones mallorquinas con algo muy parecido a la histeria. Enamorados de las conspiraciones, están dispuestos a renunciar a su voto por Més/PSOE/Podemos, para entregarlo al PP y neutralizar así el auge de Albert Rivera. En estos casos, los números aportan la mejor terapia. Los populares sufren la principal sangría por el avance de Ciutadans, casi voto a voto. El Pi de Jaume Font es una víctima colateral, el daño a los socialistas viene de antiguo y está amortizado por las encuestas.

Identificar al enemigo es una máxima tan elemental que ni siquiera consta en El arte de la guerra de Sun Tzu. Si la izquierda es incapaz de concentrar su atención en los rivales auténticos, cómo piensa derrotarles. Creíamos que solo Bauzá necesitaba unas nociones elementales de matemáticas. Los 35 diputados actuales del PP no equivalen a 25 del PP y diez de Ciutadans, aun aceptando la hipótesis del pacto previo. En primer lugar, la disociación parte el espinazo de la derecha, liquida el monolitismo de los populares y merma su cosecha por la ley d'Hont. Además, el farmacéutico no ha sabido mantener unidos ni a los suyos. Difícilmente acomodará a un socio respondón que le obligue a repartir cargos y consultar decisiones.

Como ya apreciara el candidato Cicerón, "nada es más difícil de descubrir que la forma en que las personas votan". La izquierda mallorquina no cree en sus expectativas ni cuando vienen dictadas por las encuestas. Prefiere desesperarse a desperezarse. Siempre ha trabajado oscuramente para el PP, ese medicamento genérico que el narcisista Bauzá confunde con una marca propia. Cabe desmentir de nuevo a los progresistas, que trabajan con tanto ahínco para perder que habrá que concluir que merecen la derrota. Frente a su obcecación, Ciutadans es una bendición, al igual que Podemos. La imprescindible fractura del bipartidismo no consiste en que los dignísimos votantes del PP se hagan súbitamente antisistema, sino en que dispongan de un partido menos corrupto que los populares, lo cual no es difícil.

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