El economista sueco y experto en management Jonas Ridderstrale, coautor de Funky Business y Karaoke Capitalism, ofrece su particular visión para lograr renovar los modelos organizativos y los estilos de liderazgo en las empresas. Ridderstrale recomienda a los líderes empresariales apostar por la inteligencia repartida y promover el compromiso emocional con la empresa.

–En un contexto de crisis como el que se vive en España y con la elevada tasa de paro del país, ¿cómo se puede hablar de implicación emocional de los empleados?

–Hay dos maneras de entender la implicación emocional, y en un contexto de crisis es todavía más importante. En primer lugar, a los seres humanos les gusta que se les perciba como seres únicos y diferentes. En un mundo competitivo, los factores psicológicos son más importantes que los intelectuales. Por eso un líder debe saber generar confianza y una manera de hacerlo es coger tareas complejas y subdividirlas para conseguir éxitos más pequeños. En segundo lugar, las personas queremos ser únicas pero también tenemos la necesidad de pertenecer a un grupo. Los gestores inteligentes se dan cuenta de esto y crean empresas en las que existe una especie de religión corporativa, un sueño colectivo. Por eso Martin Luther King dijo: ´tengo un sueño´, y no dijo: ´tengo un plan quinquenal´. El líder debe ser capaz de transmitir ese sueño.

–¿Cree usted que Democracia Real Ya nace por una falta de liderazgo en España? ¿Este tipo de movimientos conseguirán modificar algo el sistema?

–No estoy muy informado sobre este movimiento pero todo depende de contra qué están reaccionando. Si piensan que el capitalismo tiene la culpa de todo y que está en crisis, están muy equivocados. Le va mejor que nunca y sólo hay que echar un vistazo a China, India, Suecia o Alemania para comprobarlo. Lo que sucede es que hay una crisis ética. Las personas que están al timón, sean políticos, banqueros, empresarios o inversores, se aprovechan del sistema para enriquecerse individualmente y les va a explotar la escopeta en la cara en algún momento. Pero eso no tiene nada que ver con el capitalismo.

–Si no depende del capitalismo, ¿qué es lo que falla?

–Si queremos cambiar el sistema, es más necesario reinventar nuestros valores y no cambiar la economía del mercado. Antes de la crisis la gente optó por esa vía y se hablaba sobre el cambio climático y sobre cómo salvar al planeta. Esos debates ya no los hay porque la gente está más interesada en salvar su BMW, su televisor de plasma y sus vacaciones a las Bahamas. Yo creo que es necesario retomar esos debates pero no cuestionar el sistema capitalista, porque si los indignados quieren reemplazar la economía de mercado por la planificada pueden coger sus tiendas e irse a Cuba y ver lo divertido que es.

–¿Ha fallado el Gobierno de España al dejarse dominar por los mercados financieros?

–Muchos gobiernos, no sólo el de España, han fallado en imponer una disciplina financiera, porque si uno no cumple con las normas debería pagar, y duramente, pero eso no ha ocurrido. El problema está en que nos prometen un príncipe azul y luego nos dan una rana, porque una rana siempre es una rana. A largo plazo no es realista pensar que los alemanes están dispuestos a pagar las jubilaciones de España o Grecia, por ejemplo. Porque todo el mundo recurre siempre a Alemania. Por eso se tienen que tomar medidas.

–¿Cree que se han tomado las medidas necesarias para evitar otra crisis financiera?

–No soy un experto en el tema, pero creo que el sistema financiero está en proceso de cambio. Aunque en lo que se refiere a los bancos y a los riesgos a los que exponen el dinero creo que no habrá ningún cambio. No se va a imponer la tasa Tobin sobre las transacciones internacionales. Estoy convencido de que la crisis se volverá a repetir, y si no ocurre, me sorprendería muchísimo.

–¿Qué medida debería aplicar España para salir cuanto antes de la recesión?

–Los países que salen rápido de la crisis son los que tienen una gran capacidad exportadora y tienen empresas competitivas. Las medidas que está aplicando España van en la buena dirección pero el gran reto es que las empresas sean más competitivas, en particular en el mundo de habla no hispana. Hay que ponerse ejemplos positivos como Zara, que ha tenido éxito en todo el mundo, o el Santander, que logró convertirse en un banco importante, no sólo en el mundo hispanohablante. España también tiene el mejor equipo de fútbol del mundo. Así que, ¿por qué no puede tener la mejor empresa del mundo en cualquier otro sector? Lo que falla aquí es la confianza. La gente parece que se ha rendido, y me gustaría ver la misma confianza en las caras que tienen cuando juega el Barcelona o las que había cuando España ganó el Mundial.

–En España, con una tasa de paro juvenil que roza el 45%, ya se habla de una generación perdida. ¿Qué opciones tienen estos jóvenes?

–No es la primera vez que se habla de esto. Antes del inicio de la nueva economía, en la década de los 90, ya se habló de una generación perdida. Hay ciclos históricos que tienden a repetirse. A los indignados de España les diría que cambien de estrategia y, si no les gusta vivir aquí, que se muden a Alemania, Suecia o Estados Unidos, pero para eso deben saber inglés.

–Y si no quieren marcharse sino mejorar el sistema desde dentro de España?

–Sólo hay tres alternativas: callarse y obedecer, levantar la voz o largarse. Es igual que en un matrimonio.