"Estamos viviendo el principio del fin de la crisis". La frase lleva semanas escuchándose por Washington. La habían pronunciados algunos de los cargos económicos más relevantes de la Administración Obama. Pero ayer fue el propio Obama el que se lanzó a la piscina para incorporarla a su discurso. Lo hizo en público, en uno de sus habituales encuentros con los ciudadanos, en los que tras proclamar que la recesión empieza a quedar atrás advertía de que el camino para salir de la crisis aún será largo. "Todavía quedan tiempos difíciles por delante", alertaba.

"Es verdad que hemos parado la caída en picado en la que estábamos, que el mercado está alto y que el sistema financiero ya no está al borde del colapso", afirmó Obama durante un discurso en Raleigh, en el Estado de Carolina del Norte. El presidente reconoció que el ritmo de destrucción de empleo ha disminuido a la mitad y por ello los estadounidenses están ante "el principio del fin de la recesión". De ahí la satisfacción de Obama que, el mismo día que se desbloqueaba su propuesta más emblemática –la extensión de la sanidad a toda la problación– salió en defensa de todas las medidas adoptadas por su administración sin las cuales la situación ahora sería "mucho peor", desde el plan de estímulo económico hasta el rescate del sector del automóvil. "Es verdad que había argumentos de peso para dejar caer a General Motors y Chrysler (...) pero en mitad de la recesión en la que estábamos su colapso habría causado estragos en nuestra economía", advirtió el presidente.

"Ha costado algo de dinero"

Obama aceptó así que muchos hayan criticado el rescate de las dos empresas. "Si alguien toma una serie de decisiones equivocadas que complican la viabilidad de su compañía, ahora estaría fuera del mercado. Pero al final hemos salvado cientos de miles de empleos y pronto recuperaremos el dinero", añadió.

El presidente reconoció que la recuperación de la economía "ha costado algo de dinero", aunque afirmó no comprender a muchos de los que critican sus medidas cuando, dijo, "son los mismos que contribuyeron al déficit de 1,3 billones de dólares" que heredó a su llegada a la Casa Blanca.