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Opinión

El juez Castro y Toni Nadal, almas gemelas

El juez Castro y Toni Nadal, almas gemelas

Es tan inconcebible imaginar que un humilde juez mallorquín siente en el banquillo a una hija y hermana de Reyes, como sospechar que un modesto entrenador mallorquín pueda elevar a su sobrino a la conquista de diez Roland Garros. La conclusión debería ser que José Castro y Toni Nadal no existen, que son creaciones fantásticas.

La sensación de irrealidad que desprenden dos hombres tan poco soñadores como el juez y el entrenador, se acentúa al haberse jubilado ambos simultáneamente. Y ninguno de ellos asume de buen grado este cese en su actividad principal, que el magistrado recogió en los infinitos autos de la Infanta al referirse a "una tan forzada como tediosa jubilación".

Es probable que no hubiéramos reparado en sus vidas gemelas, de no haber mediado sus involuntarias jubilaciones. Porque en sus entrevistas de despedida no han descrito una retirada, sino una ruptura. Que Toni Nadal asocie a su figura la dolorosa etiqueta de "absolutamente prescindible", equivale a que Guardiola utilizara idéntica descalificación para saldar su relación con el Barça.

Antes que nada, conviene desentrañar el secreto de Castro y Toni Nadal. Ambos han entendido la esencia del ser humano sin tomárselo demasiado en serio. Así han derrotado a Gobiernos, a Estados y al imbatible Grand Slam. Han puesto al mundo a sus pies, porque tenían los pies bien plantados en tierra. Y sobre todo, no se han dejado impresionar por los armiños y las coronas de hojalata. Han inventado una ironía que respeta a sus víctimas, virtud esencialmente mallorquina.

Castro y Toni Nadal no callan, no dejan insolencia sin respuesta. Ninguna agencia de cazatalentos los hubiera seleccionado para la actividad histórica que han desempeñado. No hubieran pasado de la primera entrevista. Demasiado directos y comprometidos, poco diplomáticos. Como dice Brigitte Macron de su marido Emmanuel, "no es solo brillante, su truco es que está fuera de la norma".

La retirada al unísono de Castro y Toni Nadal es mas importante que un cambio en la presidencia del Govern. Hay más despecho que decepción en la reacción de ambos, frente a la sentencia del caso Infanta o al adiós intempestivo de Rafa Nadal. Ahora recibirán la oleada de premios que se otorgan cuando los galardonados ya no desempeñan la actividad que les amerita. Dicho de otra forma, cuando ya no dan miedo.

No se trata pues de ahogar a Castro y Toni Nadal en doctorados honoris causa, sino en doctorarlos a secas y concederles sendas cátedras. No hay que homenajearlos, sino exprimirlos al máximo porque han mejorado una sociedad sin ejemplos. Y que debiera tomarlo de ellos.

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