Joan Mir, el 36, el nuevo campeón mundial de Moto3, la última celebridad consagrada del deporte mallorquín, disfrutó de su gran día. Del homenaje "brutal" que a lo largo de dos horas le ofrecieron los más de 4.000 aficionados que pasaron por el Circuit de Llucmajor. Allí aclamaron su personalidad, su triunfo excepcional en el Campeonato de motociclismo y disfrutaron con el gran espectáculo que les ofreció sobre el trazado más pequeño del complejo de motor del Migjorn isleño.

Tras una prolongada y enclaustrada sesión de firma de autógrafos y poses para infinidad de selfies, organizada con acceso por turnos para pequeños grupos, llegó el momento más esperado. El de la toma de contacto de Joan Mir con sus seguidores, para regalarles su genialidad y talento, brindándoles auténticas diabluras sobre la moto.

Le acompañó Julián Simón

Antes de eso, jóvenes pilotos de la escuela de motociclismo del Circuit y de la Escola Balear de l'Esport entretuvieron a los presentes, demostrando que Jorge Lorenzo y Joan Mir tienen relevo asegurado en la cantera mallorquina.

Frente a su público, amigos y familia, Joan Mir apareció finalmente sobre una ranchera, acompañado por uno de sus mejores amigos dentro del circo del motociclismo mundial, como es Julián Simón, ex piloto de Moto2.

Mir y Simón regalaron al público presente una clase magistral de pilotaje. Destacando sobre todo la destreza que demostró el mallorquín en sus múltiples acciones de carácter especial en su exhibición de motard. Derrapadas, tumbadas excepcionales, adelantamientos por fuera y por dentro, caballitos, donuts y toda una serie de muy celebradas y aplaudidas quemadas de goma conjuntas. Todo eso antes de someterse el mallorquín a una auténtica prueba de supervivencia, cuando el piloto de trial Gerard Pou saltó sobre él y otros dos jóvenes, sin tocarles ni un hilo de sus trajes.

Tras la gran fiesta que se vivió en el conocido también como Circuit de Mallorca, donde Joan Mir está considerado como su principal emblema, la fiesta de la celebración del Mundial de Moto3 se mudó a Palma. Bajo una intensa lluvia.

Acusando la gran tormenta que cayó sobre el recorrido, una gran caravana de moteros isleños iniciaron de forma conjunta -bajo la incesante amenaza de truenos y relámpagos- su traslado. Un elemento inevitable que desinfló poco a poco, desvío a desvío del autopista, el pelotón de motos que Joan Mir lideró hasta frente al Palau de Congressos.

Ante al edificio diseñado por el arquitecto Patxi Mangado se inició el tercer capítulo de la fiesta. Fue entonces cuando el campeón mundial y sus seguidores más incondicionales, especialmente amigos de toda la vida, de Son Sardina, se subieron a un autocar turístico descapotado para iniciar una rua en torno a la periferia central de Palma y el Consolat de la Mar, la sede del Govern.

Coincidió con unos momentos de intensa lluvia sobre Palma, lo que incidió aún más en disminuir el número de resistentes que formaron parte de la comitiva de motos que seguía al engalanado vehículo de dos pisos sobre el que se paseaba y disfrutaba de la fiesta el 'rey Jonny' al son del inevitable "We are the Champions".

"Lolo, lolo, lololo!", entonaron Joan Mir y sus incondicionales durante su particular desfile. Animando el centro de una ciudad un tanto aturdida ante la invasión motera que presenciaba.

En la zona de 'Tardeo' de la Avinguda Argentina fue en la que más eco encontró la celebración. El paso por Jaume III y Es Born despertó más atención, que reconocimientos. Y tras eso llegó el desembarco en el Consolat.

La presidenta del Govern, Francina Armengol, recibió al campeón a pie de calle, sin protocolos. Con máxima naturalidad, como se acoge a un amigo. Y posteriormente, ya en la Capella.

Joan Mir, por su parte, se mostró "encantado" con la celebración y aprovechó para calificar de "brutal" lo vivido en el Circuit de Llucmajor: "No me lo esperaba".