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Opinión

La madre de todas las ligas

La madre de todas las ligas

Shakira se embarca en iniciativas solidarias mientras su esposo insulta a la progenitora del árbitro, menudo clisé de ritmo latino. Ha comenzado pues la madre de todas las Ligas, porque Alfredo Landa y Lina Morgan son inmortales aunque se disfracen de twitter. Sin embargo, la obsesión con la filiación arbitral modifica hoy su significado.

Dos décadas atrás, la madre del árbitro era un genérico. A efectos de la grada, el colegiado bien podría haber nacido por generación espontánea. Sin embargo, la familiaridad planetaria que conlleva precisamente el auge de redes sociales y de interacciones individuales transforma a la señora progenitora en una persona concreta, cuando no entrañable. Piqué no afrentó a una viuda fijada al televisor mientras reza para que la turba no apedree su hijo. El central se dirigió contra una dama con perfil de facebook. Imperdonable.

Luis Suárez se limitaba a morder a sus rivales, que podían responderle con la misma dentellada. La opción de Piqué se dirige contra un personaje unidireccional, privado de contrastar sus respectivos árboles genealógicos. Admito la suspicacia de que esta prolija argumentación se canalizaría en sentido contrario, si la gentileza materna hubiera sido proclamada por un jugador vestido de blanco. Subiremos la apuesta. Cuando un madridista o un barcelonista dan la culpa al árbitro, habría que encarcelarlos.

El enmadrado Piqué asumió una prerrogativa de la grada. Los futbolistas han de callar porque es grotesco insultar a quien gana menos que tú. Ninguna estrella del balón querría ser árbitro, la viceversa es falsa. Una vez acordado el crimen, el mayor castigo que pudo recibir el jugador se cifró en asistir a una victoria del Barça sin su concurso, en el mismo San Mamés donde fueron tetragoleados cuando ejercía de defensa central. El ego es más poderoso que el dinero.

Nos detenemos en Piqué porque simboliza una Liga en que el genio convive con el capricho. A su favor, es uno de los escasos defensas que el espectador disfruta, aunque hace tiempo que se negó a suceder a Baresi. Y le superan en desproporción quienes le han abucheado para preservar la supuesta integridad racial de la selección del país de los judíos, moros y cristianos, en palabras del nada sospechoso Camilo José Cela.

También se llama la madre de todas las Ligas porque es el mayor espectáculo del mundo, un gigantesco organismo que engloba a las madres de los árbitros. Mourinho desdeña una competición donde es posible un ocho a cero, porque retiraría a su equipo tras obtener el primer gol. Igual que Benítez, por lo que nos trasladamos al intríngulis político de un ciclo liguero en el que, por primera vez, Rajoy no sabe si disfrutará de las jornadas finales en La Moncloa o trabajando.

No sobrevaloren los signos contradictorios de un Barça que encaja nueve goles en partidos oficiales en una semana, de la dolorosa jubilación de Xavi y Casillas, de una jornada inaugural en que blancos y azulgrana suman un gol solitario. Alejen el espejismo de que se ha alcanzado la democracia porque han visto a un mago de las finanzas en un Burger King. Solo en la Liga reina más desigualdad que en el resto del país. Salvo que, a diferencia de los banqueros, Messi justifica hasta el último euro que gana.

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