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Cuando Miguel Flaño le derribó y el árbitro Velasco Carballo señaló penalti, Tomer Hemed (Haifa, 1987) reclamó el balón rápidamente a su amigo Víctor Casadesús. Había llegado su momento. El algaidí se lo dejó sin pensárselo porque sabía que el israelí se moría de ganas de marcar un gol. Y más si podía servir para adelantarse frente a Osasuna. Lo necesitaba más que nadie después de que se despertaran muchas dudas acerca de su capacidad. Su ansiedad por estrenar su cuenta particular no se reflejó a la hora de golpear el balón. El ariete lo lanzó con maestría, con un disparo flojo y raso a la derecha de la portería de Andrés Fernández, con una tranquilidad propia de los grandes tiradores desde los once metros.

?En la segunda mitad, y con el partido cuesta arriba por el 2-1 y con un futbolista menos, Hemed repitió el magistral chut que dio un punto al Mallorca en el Reyno de Navarra. Solo faltaban trece minutos para el final y ese tanto se antojaba decisivo. No le tembló el pulso. Esa valentía es la mejor noticia para los rojillos, ya que sus ganas de triunfar es uno de sus grandes avales. Hemed cuajó un extraordinario encuentro en Pamplona, con un intenso trabajo desde la punta de ataque en plena coordinación con Víctor.

?Desde la pretemporada en Oosterbeek (Holanda), los elogios se habían sucedido sobre la labor del internacional, que cae bien a bandas, que asiste a sus compañeros y que da trabajo a los centrales rivales, pero tenía un grave problema, la falta de gol. Y eso para un delantero es lo más importante. El propio Michael Laudrup había explicado en rueda de prensa que se negaba a exigirle diez o quince goles en su primera temporada en España. Era demasiado. Llegó siendo un auténtico desconocido, aunque en su país había marcado doce tantos en la Liga y tres en la Copa con el Maccabi Haifa. Eso le sirvió para vestir la camiseta de su selección compartiendo vestuario con su inseparable Aouate. Pero en la isla tenía mucho trabajo para hacerse un nombre.

?En pleno debate sobre la crisis anotadora de los bermellones, alimentado por las públicas discrepancias entre el entonces técnico y el director deportivo Llorenç Serra Ferrer, Hemed fue uno de los señalados. Ogunjimi, el punta elegido por el máximo accionista, no llegaría hasta diciembre, por lo que Hemed era el único ´nueve´ de la plantilla. Sin embargo, en el casillero de goles solo aparecía el de De Guzmán ante el Espanyol. Nada más. Su compromiso estaba fuera de dudas, pero el Mallorca necesitaba algo más que eso. Laudrup le dejó en el banquillo ante el Villarreal y la Real Sociedad, un auténtico mazazo para un hombre que quería abrirse camino. Sentía que había desaprovechado las oportunidades que le habían brindado desde el verano, saldado con un único tanto en un amistoso en Suecia frente al Leicester británico y poco más. Este pobre balance le llegó a inquietar, pero no a poner nervioso. "Es muy importante para todo delantero marcar goles y por eso estoy muy feliz. Necesitaba esta oportunidad contra Osasuna porque ha servido para sumar un punto muy importante, sobre todo porque estábamos con diez". Fueron sus palabras de agradecimiento, pronunciadas en inglés, hacia Miquel Àngel Nadal, que había decidido apostar por él en su primer partido en el banquillo. "Lo ha hecho muy bien", aseguró satisfecho el manacorí.

?Fueron dos tantos de penalti, es cierto, pero Hemed ya sabe lo que es celebrar goles de bermellón. Ahora su objetivo es seguir creciendo y demostrar que sí puede alcanzar la cifra que Laudrup se negaba a exigirle. El Mallorca se lo agradecerá.

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