Gustavo Siviero y Vicente Engonga serán rivales el domingo, pero en su etapa de futbolistas compartieron posiblemente la mejor época en la historia del Mallorca, el que disputó la final de la Copa del Rey, la final de la Recopa y jugó la Liga de Campeones. Ambos admiran a Guardiola, pero coinciden en que los triunfos de Mourinho en diferentes equipos tiene más mérito. Siviero aprende de la Segunda B, Engonga "no demasiado".

–Están dando sus primeros pasos como entrenadores. ¿Qué les está enseñando la Segunda B?

–Vicente Engonga. Bueno, yo ya hace bastantes años que conocía la categoría porque estaba de segundo de Toni Cazorla en la primera etapa del filial en Segunda B. No es una categoría en la que aprendas demasiado. Quizás que no hay ningún rival fácil y que siempre tienes que estar preparado para trabajar al cien por cien. Ya se sabe, cuando eres entrenador si no preparas el partido al cien por cien lo pierdes.

–Gustavo Siviero. A diferencia de Vicente yo sí he aprendido muchísimo porque no tenía experiencia en la categoría. Es interesante porque nos enfrentamos a rivales que te ponen en aprietos todos los fines de semana. Vas a campos dispares, distintas superficies y dimensiones, rivales distintos y es un aprendizaje permanente del que estoy sacando mucho provecho.

–¿Guardiola o Mourinho?

–G.S. Guardiola nos tiene encandilados. Pero Mourinho ha marcado una época en los banquillos. Y ha ganado, que en este fútbol tan profesional se valora muchísimo. Guardiola también, y de una manera más vistosa. El problema del fútbol que practica Guardiola es que todos nos creemos que podemos hacer lo mismo. Y no se puede. Para eso hace falta tener a unos determinados jugadores y sobre todo un trabajo de cantera de muchos años.

–V.E. Los dos son ganadores. Pero desde mi punto de vista Guardiola lo ha tenido más fácil porque Mourinho siempre busca nuevos retos, nuevos clubes. Y es muy difícil llegar a un sitio nuevo y adaptarse. Tengo la curiosidad de saber qué haría Guardiola en el Madrid y Mourinho en el Barcelona. Y ahí podríamos decir quién es el mejor. Guardiola ha ganado muchas cosas pero solo en un sitio. En cambio Mourinho lo ha tenido más complicado.

–¿Ha cambiado mucho la mentalidad de los futbolistas respecto a hace una década, cuando ustedes jugaban?

–G.S. Ha cambiado porque hoy más que imponer tienes que convencer. Cuando nosotros jugábamos no te daban explicaciones, te decían lo que tenías que hacer y tú lo hacías. Ahora los entrenadores tenemos que ser más didácticos, se trabaja más la parte psicológica, que era algo que antes apenas se tenía en cuenta.

–V. E. Hoy en día tienes a un futbolista cadete que no juega dos partidos y ya tienes al niño y al padre pidiéndote explicaciones porque estás hundiendo su carrera. A mí nunca me dieron explicaciones. La primera vez que alguien me dijo por qué no jugaba yo tenía 24 años y estaba en el Sporting Mahonés. Se suponía que yo era la estrella pero en esa época todo el mundo aceptaba no jugar porque se aceptaba que un compañero podía ser mejor que tú. Eso se acepta muy mal hoy en día. Parece que los jóvenes de hoy en día lo quieren mucho más sencillo.

–¿De qué entrenador aprendieron más?

–V.E. Los que me han marcado más han sido Héctor Cúper y Luis Aragonés. Son con los que más a gusto he estado, aunque también me cogieron a partir de los 28 años, que es una edad en las que entiendes mucho más las cosas. Pero me acuerdo de todos los que he tenido, Fabri, Iglesias, Medina... Y muchos no son famosos pero hay cosas que te han dicho en algún momento con 15 o 19 años y se te quedan en la cabeza. Ahora que yo soy entrenador me acuerdo de todos un poco.

–G.S. Uno de los referentes es Cúper porque tuve la suerte de tenerlo como entrenador y como compañero formando parte de un cuerpo técnico. También Luis Aragonés o César Ferrando, que tuve en el Albacete. De todos he sacado cosas positivas, incluso de aquellos con los que no me sentí cómodo. El fútbol es un eterno aprendizaje, incluso ahora. Si nosotros creíamos que lo sabíamos todo, estamos listos. Aprendes siempre todos los días.

–¿Por qué después de haber tenido una carrera como futbolistas notable se meten en este lío de entrenar?

G.S. Porque me gusta el fútbol y lo añoro. Llega un momento en el que las piernas ya no te dan para jugar pero cuesta dejar el ámbito en el que tan cómodo me siento como el campo, el vestuario, trabajar al aire libre, la adrenalina de los partidos. Esto es lo más parecido a lo que he vivido como futbolista.

V.E. Nunca me he imaginado fuera del ambiente de un vestuario. Entrenar es la manera más cercana a vivir lo que has hecho toda tu vida. Levantarte cada mañana, cambiarte, estar rodeado de 25 personas a las que ahora mandas tú y rodeado de un balón es lo que me gusta.

–Ambos formaron parte del mejor Mallorca que se recuerda. Una década después, ¿qué no pueden olvidar de aquella época?

G.S. El buen ambiente que había y la unión del grupo. Ésa fue la base del éxito que tuvimos en aquella época. Había gente normal y sencilla que quería mucho su profesión y se comprometían. Todos entendíamos la profesión de la misma manera y así era todo más fácil.

V.E. Lo que más recuerdo es la sencillez que había a nivel de club porque ha habido una época en la que el Mallorca se ha hecho demasiado grande. Y luego el nivel humano que había en el vestuario. El grupo se alegraba de los éxitos del compañero, el día a día siempre era divertido. Lo que más nos molestaba era ver al míster [risas] porque lo demás era como ver a unos amigos. No recuerdo que cuatro no se hablaran con otros cuatro.