Han tenido que mediar tres meses y una amenaza muy seria e inminente de la Federación Española de Fútbol, al amparo de la FIFA, para que los propietarios del Mallorca dejaran de hacer caso omiso de las advertencias relativas al pago de los veinte mil euros adeudados al Estrella Roja por el traspaso de Bosko Jankovic y que, es de esperar, los Martí Mingarro no salgan argumentando desconocimiento. Sin embargo lo importante no es que, al fin, se hayan pagado, sino cuándo y cómo.

Es incongruente comprar un club por cuatro millones de euros cuando no tiene ni veinte mil para salir de una urgencia. Equivale a adquirir un yate sin tener dinero para el amarre. Peor aún que la transferencia haya salido del fondo de compensación de la LFP reservado para pagar a los futbolistas que no hayan cobrado y cuyo uso en el presente caso solamente puede deberse a la confesión de la situación extrema a la que la familia Martí Mingarro ha llevado al Mallorca.

No perdamos de vista que la principal actividad del Grupo Safín es la asesoría financiera. Más extraño por lo tanto que una sociedad dedicada a tal menester sea incapaz de asesorarse a sí misma.

Mateu Alemany está obligado a retroceder el proceso de su más errónea decisión. Pero no es el único que tiene que dar un golpe sobre la mesa antes de que el ridículo alcance a otras personas y empresas próximas.